La vida es un sueño
Todos son sueños legítimos y valiosos. Si no tuviéramos sueños a qué aspirar, de la índole que sean, esta vida no tendría mucho sentido.
Montevideo, 1 de julio del 2004
Querida familia:
Alguien dijo: “Para que un gran sueño se haga realidad, primero hay que tener un gran sueño”. La definición parece demasiado obvia, pero pensándola bien, tiene razón.
Todo lo que hacemos en la vida es caminar en busca de la realización de un “gran sueño”: una ilusión, un ideal, un proyecto, una motivación cuya fuerza nos guía y nos impulsa a movernos hacia un determinado fin, hacia un futuro deseable, hacia la búsqueda de la felicidad. Hay muchos “grandes sueños”: tantos como personas hay en el mundo, aunque algunos vayan por caminos equivocados.
Para cada uno, el “gran sueño” será distinto, dependiendo del momento y las circunstancias de su propia vida. Para algunos será alcanzar un buen status económico o social. Para otros, será adquirir fama o notoriedad. Para otros más, será convertirse en un experto en su profesión. A un nivel más modesto, para muchas personas, el “gran sueño” será poseer su casa propia; para algunos, curarse de una enfermedad; para otros, aprender un oficio o un idioma, o tal vez escribir un libro. Todos son sueños legítimos y valiosos. Si no tuviéramos sueños a qué aspirar, de la índole que sean, esta vida no tendría mucho sentido.
Entonces, ante tantas diferentes posibilidades, podemos preguntarnos: ¿Con qué suele soñar una madre? ¿Cuál es o cuál podría ser el “gran sueño” de una madre de familia, común y corriente? Ella también puede tener sus sueños propios y es bueno que así sea porque, además de madre, es persona. Pero, en su condición de madre, la mujer traslada al hijo su “gran sueño” y quiere para él lo mejor: la felicidad, la salud, la seguridad, la paz, el bienestar, y esto no precisamente en una única función de lo material sino también en función de su ser humano. Y para ese fin va a luchar, para hacer una hermosa realidad de esa vida que se inicia y cuyo futuro dependerá en gran medida del amor que ella ponga en su misión de madre ahora, en el presente, cuando aún todavía esa vida es nada más que un “gran sueño”.
¡Hasta la próxima!