Gracias por la vida

"Señor, aunque yo no tengo familia, ni a veces dónde dormir ni comer, y vivo mucho en la calle, quiero agradecerte porque tengo la vida".

2004-11-24

Cuentan que en una pequeña iglesia de un barrio de Montevideo, en el momento de la oración de los fieles - que ocasionalmente se hace en voz alta - las personas pueden acercarse al altar y hacer sus peticiones. Hace poco, una adolescente de aspecto muy modesto, se puso en la fila y, cuando le llegó su turno, dijo:

"Señor, aunque yo no tengo familia, ni a veces dónde dormir ni comer, y vivo mucho en la calle, quiero agradecerte porque tengo la vida".

Se hizo un momento de silencio y, acto seguido, una señora se acercó, tomó el micrófono, y dijo:

"Señor, yo quiero agradecerte por la vida de esta chica", palabras que fueron apoyadas con un espontáneo aplauso de los presentes.

Este hecho, aparentemente intranscendente, sin embargo es muy significativo, reconfortante y muy oportuno en estos momentos de dificultades, porque nos ayuda a darnos cuenta de que - aún en medio de situaciones límite - hay siempre espacio en el ser humano para reconocer y agradecer, antes que nada, el regalo irrenunciable del derecho a la vida.

Esta chica lo había comprendido. Es para pensar.

BUSCADOR