¿Cómo seguir cuando se acaba el amor?

El amor es un sentimiento que no perdura intacto, requiere de regarlo, fomentandolo y haciéndolo crecer.

2013-03-31

Cuando nos planteamos una relación comprometida en un vínculo matrimonial es bueno tener claro que el amor, como todo sentimiento, sufre vaivenes a lo largo de la vida. Es totalmente esperable que aquel amor tan fuerte y apasionado que nos unió por temporadas no se sepa a donde fue a parar, incluso que haya ido disminuyendo lenta e imperceptiblemente a lo largo del tiempo y que un día nos plantiemos¨ ¿pero, qué nos une?, ¿para qué seguir?´´.

Estos planteamientos muchas veces se dan en  momentos de crisis del ciclo vital, como puede ser la venida de los hijos que nos vuelca totalmente a ellos y nos aleja de cuidar al otro. También puede darse dentro de la crisis de la edad adulta, momento en el cual, sobre todo los hombres, se cuestionan sobre la juventud que termina, sobre la posibilidad de conquistar , seducir y ser  seducido, sobre la vida sexual que ha perdido la intensidad de años anteriores y moviliza fantasías. Otra circunstancia  frecuente es la crisis del nido vacío, ese momento de reencuentro de la pareja cuando los hijos se van y que muchas veces enfrenta con la dura realidad de que el proyecto matrimonial se había centrado en los hijos y que idos éstos queda muy poco en lo cual sostenerse.

A estas crisis normales del desarrollo del ciclo vital les podemos sumar otras que provienen de desgastes de la convivencia misma. Esas temporadas en las que las discusiones aumentan, parece como que estamos hartos del otro, de su carácter, de sus manias, de tal o cual defecto, de su familia o vaya a saber de qué!

Todos estos son momentos de crisis y por eso es bueno recordar que las crisis son siempre oportunidades para crecer.Es el momento de preguntarnos:¿qué aspecto de mi personalidad tengo que crecer para qué sigamos adelante?,¿qué nuevas ramas tiene que desplegar el arbol de mi vida que está siendo podado?,¿cuál es la parte de mi persona que en este último tiempo no se ha puesto en juego y empobreció mi relación?

Estas preguntas llevan a sacar el foco del problema del otro y centrarlo  en mí, poner las ganas en potenciar mi cambio para después pedirle el cambio al otro.

Es bueno saber que los sentimientos los siente mi niño interno y que en estos casos hay que salirse del lugar del niño que  está aburrido, dolido, o desilusionado y que no siente el amor y pasarnos al lugar del adulto que juzga y decide que vale la pena jugársela, que QUIERE, con un querer profundo de su voluntad, aunque por el momento el sentimiento esté frío, que quiere re-decidir elegir a esa persona, volver a construir un nuevo proyecto común adecuado para esta etapa.

Este querer de la voluntad nos saca del egocentrismo infantil, nos sacude en el desafío de volver a encontrar qué me enamoró de la otra persona, cuales fueron tantas experiencias vividas juntos que hicieron que valga la pena seguir apostando. Hay que poner un gran empeño en despegarnos del filtro negativo que hemos estado poniendo que llevó a ver del otro sólo lo que le falta, lo que disgusta, lo que no me llena y ahora ponerlo en las cosas buenas que tuvo y que sigue teniendo más allá de sus carencias, muchas cosas  buenas que dejamos de ver cuando nos empezamos a centrar en lo que le falta y a auto-convencernos de que tienen una gravedad que seguro en la mayoría de los casos no es tan seria.

En el amor maduro se conjuga el te quiero porque lo siento con el quiero quererte porque te elegí y este amor de la voluntad y la decisión viene a fortalecer, enriquecer y auxiliar a la labilidad del puro amor sentimental.

Y todo esto lo hacemos porque queremos, porque sabemos que vale la pena apostar a construir el amor una y mil veces, porque dificultades va a haber siempre, estemos con quien estemos y que este apostar y pelear nuestro amos nos hace mejores, más maduros, más capaces de salir de nuestro mundo infantil centrado en que nos amen, nos den, y nos llenen y pasamos a un amor maduro de dar y recibir, donde el eros y el agape se conjugan en un su amorosa plenitud.

 

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