Descubrí que era mortal

"¿No es verdad que ahora, después de esta experiencia, somos más buenas?"

2008-10-02


Elena tiene 66 años.  Un día – porque siempre hay un día marcado en el destino de todo ser humano  – descubrió que tenía un pequeño bulto en un seno.  Ese día se puede decir que nació de nuevo.  Porque ese pequeño bulto le cambió la vida.

Lo primero, después del susto, fue ir a consultar un especialista quien le sugirió que, para definir la naturaleza del problema, convenía hacer una punción para sacar una pequeña muestra.  Los días fueron transcurriendo lentamente hasta conocer el resultado.  Cuando llegó el momento, el diagnóstico dio positivo, y aunque era un pequeño bulto,  el galeno aconsejó  operar.

Fue en ese momento cuando Elena dijo “Descubrí que era mortal” porque, hasta ese  entonces, ella había considerado la posibilidad de su  muerte como un acontecimiento muy distante de su realidad.  Su madre había fallecido a los 90 años así que ella, por lo tanto, dio por sentado que todavía tenía mucho tiempo por delante para vivir. Pero cuando se enteró de su diagnóstico, tomó conciencia que la muerte no pide permiso para venir y llega  cuando se le da la gana.  A  ella también.

Los días previos a la operación fueron de angustia, de rezar mucho y de pedir que rezaran por ella.  La operaron el día indicado y el pequeño bulto fue enviado al laboratorio para su análisis.  Esperando contra toda esperanza, inexplicablemente la biopsia dio negativa, por lo que ni el mismo médico pudo explicar cómo sucedió.

Al poco tiempo, Elena se encuentra con una amiga que había pasado exactamente por la misma situación.  Y entre ellas dos llegaron a esta conclusión:  ¿No es verdad que ahora, después de esta experiencia,  somos  más buenas?

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