Felices los que saben reírse
Las bienaventuranzas de la gente que sabe reírse de sí mismo.
"Dichosos los que saben reírse de sí mismos, porque no terminarán nunca de divertirse.
Dichosos los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas: llegarán a ser sabios.
Dichosos los que saben escuchar y callar: aprenderán cosas nuevas.
Dichosos los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio: serán apreciados por sus vecinos.
Dichosos los que están atentos a las exigencias de los demás, sin sentirse indispensables: serán dispensadores de alegría.
Dichosos ustedes cuando sepan mirar seriamente a las cosas pequeñas y tranquilamente a las cosas importantes: llegarán lejos en la vida.
Dichosos ustedes cuando sepan apreciar una sonrisa y olvidar un desaire: vuestro camino estará lleno de sol.
Dichosos ustedes cuando sepan interpretar con benevolencia las actitudes de los demás, aún contra las apariencias: serán tomados por ingenuos, pero éste es el precio de la caridad.
Dichosos los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar: evitarán muchas necedades.
Dichosos ustedes sobre todo cuando sepan reconocer al Señor en todos los que encuentran: habrán encontrado la verdadera luz y la verdadera sabiduría."
"Amigos lectores, traten de memorizarlas, pero sobre todo vivenciarlas, pues son un auténtico secreto de felicidad. En efecto los ayudará a "no enfermarse de importancia", como dice una radio porteña; a "no tomarse demasiado en serio", en palabras de Juan XXIII; y, en cambio, a tomar en serio su vida, su misión, el mundo...
Entonces podrán reírse de sí mismos, buenamente y ¡ser dichosos!"
P. Benito.