Estar vivo

Tomar conciencia de que uno está vivo, porque estar vivos nos permite enfrentar el futuro con ilusión, asumir responsabilidades sin temores.

2004-11-24

1 de enero de 2004

Querida familia:

El personaje de 12 años de una novela de Ray Bradbury un día, repentinamente, hace un maravilloso descubrimiento: se da cuenta de que está vivo. Es decir, le encontró sentido y significado a su vida porque, hasta ese momento, vivía sin pensar más allá de lo inmediato, de lo tangible, de lo disfrutable. Simplemente vivía, pero vivía como viven los animalitos, a puro instinto, sin razonar ni reflexionar sobre sí mismo, sobre su existencia, su persona o sus circunstancias.

Tomar conciencia de que uno está vivo es algo que sacude lo más íntimo de nuestro ser. Así le sucedió a nuestro joven personaje, a raíz de lo cual toma una decisión para él importante en ese momento. En una tienda del lugar donde veranea con su familia, ve en la vidriera un par de zapatos deportivos muy atractivos que le llaman la atención y, con la energía de quien se siente seguro de sí mismo, inmediatamente decide deben ser suyos. Para conseguirlos, invierte no sólo sus magros e insuficientes ahorros, sino que también invierte imaginación e iniciativa. Y a fuerza de insistir y de sentirse vivo, logra su objetivo.

Nosotros ahora estamos al comienzo de un nuevo año y es buen momento para tomar conciencia – como el personaje de la novela de Bradbury – de que estamos vivos. Porque sentirnos vivos nos permite enfrentar el futuro con ilusión, nos ayuda a asumir responsabilidades sin temores, nos abre un abanico de posibilidades y desafíos que exigirán esfuerzo pero que podremos alcanzar si nos lo proponemos.

Un año nuevo es una nueva oportunidad para tomar aquellas decisiones que hemos estado postergando, con razón o sin razón, durante tanto tiempo. Tenemos que hacer como el chico de 12 años: emplear nuestros “magros e insuficientes ahorros” de energías e ilusiones y ponerlos a trabajar para lograr el objetivo con el cual una vez soñamos, aunque sea algo aparentemente tan poco importante como lograr comprar “un par de zapatos deportivos”. Porque no importa el valor intrínseco de nuestra meta: sólo importa la imaginación y la iniciativa que pongamos en el esfuerzo por alcanzarla.

Tenemos un nuevo año por delante y, gracias a Dios, ¡estamos vivos! ¡FELIZ AÑO!

¡Hasta la próxima!

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