Domingo de recuerdos

Como en la vida, en mi familia también estuvo presente el dolor, la alegría, preocupaciones y satisfacciones. Pero lo que en todo momento estuvo presente en ese rato de intimidad familiar, fue el amor: ese amor que sólo se puede aprender a vivir en la familia, y que mis padres con sus recuerdos y anécdotas, lograron que se grabara en mi corazón.

2004-11-24

Domingos atrás, cuando ya casi era noche y el frío invitaba a estar frente a la estufa a leña, decidió mamá poner orden. Abrió las puertas de la biblioteca y la curiosidad la atrapó: ¿qué habría dentro de esa caja, con la tapa semiabierta? Casi una vida, recuerdos de la infancia, de los años de novios, y todo lo que una familia de una veintena de años puede juntar: fotos, y más fotos, recortes de diarios, alguna carta, carnés de estudiante, la boleta de compra del triciclo de mi hermana mayor que Papá Noel le regaló en su segunda Navidad…

Frente a la estufa el pequeño, rodeado de autitos, animalitos, el lego, dejaba que su imaginación lo trasladara a unos días pasados en el campo. Emitía cómicos, ruidosos y onomatopéyicos sonidos que le revivían felices momentos. El relincho de su "ico", el hip-hip de los conejos, para los que ha juntado la comida en la pradera, el mugir de las vacas que por las tardes veía ordeñar, el grum-grum del tractor del vecino que a veces nos visita, el bee-bee de los corderitos que hay en la casa, y a los que ha dado su leche, y… Junto a él, papá y mi hermano miran el fútbol (mudo) en la TV, porque del equipo sale esa música que "sólo le gusta a mamá" (la séptima sinfonía de Beethoven). En eso suena el timbre…, una tía, su marido y los tres niños, vienen de visita.

La mesa del estar era un caos. Estaba invadida, completa, llena de la vida de todos. Casi ochenta fotos fueron cuidadosamente clasificadas según las épocas, pues de qué año eran, no se sabía. Pero ahí estaban los abuelos de papá y mamá, sus papás, hermanos, sobrinos, hijos, paseos, visitas, viajes, cumpleaños, aniversarios, boda de oro y de plata de los abuelos, casamiento de mis papás, casamientos de sus hermanos, nacimientos de los hijos y sus primeros pasos, y segundos y… la vida toda.

Llegan mis hermanas de Misa y se armó el caos. ¿Qué es todo este lío, de dónde salieron estas fotos?, ¿quién es éste?, ¿con quién estás acá?, ¿dónde fue eso?, ¡que te quejas que yo no estudio, mira tus notas! Esto fue sólo el comienzo. Pasaron un par de horas y seguíamos reconociéndonos, y contando papá y mamá, los momentos inolvidables que se les representaban en esas imágenes. La atención y el silencio hacían su clímax cuando aparecían en escena sus padres (mis abuelos) y sus abuelos. El interés, el asombro y la emoción nos invadían el corazón, mientras el cariño, la dulzura y el pasado se hacían presentes también en la mente de mis padres.

Hoy somos lo que somos porque ellos nos trajeron al mundo, vivieron para nosotros, se dieron y se brindaron generosa y gratuitamente a sus hijos: nuestros padres. Supieron hacer de la vida familiar su principal empresa, el por qué de sus vidas. No me había dado cuenta de lo mucho que significa la familia. Ahora sé que son mi vida.

Como en la vida, en mi familia también estuvo presente el dolor, la alegría, preocupaciones y satisfacciones. Pero lo que en todo momento estuvo presente en ese rato de intimidad familiar, fue el amor: ese amor que sólo se puede aprender a vivir en la familia, y que mis padres con sus recuerdos y anécdotas, lograron que se grabara en mi corazón.

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