El heroísmo de una joven

El heroísmo no es patrimonio exclusivo de acciones de guerra. Puede surgir en cualquier momento a partir de hechos inesperados de la vida diaria. Un caso así fue el de Loreley, una joven de 16 años que defendió su integridad... hasta la muerte.

2004-11-24

Loreley había ido a pasar sus vacaciones junto con sus padres a un balneario cerca de la frontera. El lugar es muy pintoresco, rodeado de bosques que terminan en una hermosa playa. Es algo solitario, sin embargo, y no concurre a él demasiada gente. Los pocos lugareños que viven allí se conocen entre sí y el único hospedaje disponible es una antigua fortaleza que tiene alguna comodidad para posibles visitantes. A Loreley le encantaba la playa. A veces iba con sus padres, y otras veces iba sola. Caminar al lado del mar era un placer para ella: sentir el aire fresco del atardecer, mojarse los pies en las aguas que, ola tras ola, mueren en la playa, disfrutar del silencio y de la soledad de aquel paisaje.

Y ese disfrute de la soledad fue lo que provocó la tragedia. Silenciosamente, sin que ella se diera cuenta, un atardecer, un hombre joven – que seguramente la habría estado observando desde lejos – se acercó disimuladamente y, cuando estuvo a su alcance, comenzó a hablarle, a decirle cosas desagradables: cosas que cada vez eran más agresivas y peligrosas.

Cuando Loreley se dio cuenta de las intenciones del hombre, se asustó terriblemente e intentó huir echándose a correr para alejarse del peligro. Y cuanto más corría, más cosas horribles le decía el hombre que corría tras ella. Cuando la alcanzó, la volteó sobre la arena y, ante la inminencia de la violencia, allí la chica – aterrorizada- se resistió con todas sus fuerzas y se defendió con uñas y dientes para no someterse al asalto de ese vil agresor. Al final el hombre, rabioso, como no logró someterla por la fuerte resistencia que ella le hacía, la tomó por la cabeza y se la hundió en la arena, boca abajo, reteniéndola ferozmente apretada hasta que Loreley, asfixiada, dejó de existir.

Un final cruel. Una muerte espantosa. Una tragedia, sin duda. Pero Loreley murió heroicamente por salvaguardar su integridad física – seguramente su virginidad. También por proteger su intimidad, por no ceder su dignidad como persona, incluso ante la amenaza de muerte. Prefirió perder su vida antes que entregar lo más preciado de su ser mujer que ella, seguramente, entregaría por amor a quien la hubiera elegido para esposa y madre.

Después de buscarla desesperadamente durante varios días, finalmente la encontraron enterrada en la arena donde el hombre la había ocultado después de cometer su crimen gracias a que el mar, en su incesante ir y venir, había dejado su cuerpo al descubierto en la playa donde Loreley, al atardecer, solía ir a caminar sola.

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