Deterioro juvenil
Todo tiene su precio porque, junto con el progreso, nos ha alcanzado también la “marea negra” de la droga-adicción, el alcoholismo juvenil, las superbandas, las tarjetas de crédito de todo tipo y color que provocan el querer comprar y tener.
En estos últimos años el país ha avanzado en muchos aspectos. Quien diga que el mundo no ha avanzado, es como decir que ni ha vivido en él porque hasta un ciego lo ve: el progreso ha llegado a nuestras costas para quedarse, para bien o para mal.
Pero todo tiene su precio porque, junto con el progreso, nos ha alcanzado también la "marea negra" de la droga-adicción, el alcoholismo juvenil, las superbandas, las tarjetas de crédito de todo tipo y color que provocan el querer comprar y tener. Y ni hablemos de la llamada libertad sexual, el sida, la violencia en todas sus manifestaciones.
Uno siente que es como que el mundo está alcanzando, por un lado, la cima de la montaña para entrar a disfrutar de las ventajas del progreso y, por otro, como si estuviéramos parados al borde de un precipicio y en cualquier momento podemos rodar cuesta abajo. Y esta cuesta abajo en potencia se está dando a través de un sector de nuestra juventud que parece estar desorientada, imitando, tal vez, modelos de conducta de otros lugares.
Es preocupante ver cómo chicas y chicos de entre 12 y 18 años empiezan "su vida" sexual desaprensivamente, a edad temprana, que se emborrachan con cerveza o vino sin ningún reparo, que se meten en la droga para ver cómo es y después no pueden zafar, destruyendo su vida y la vida de sus familias, que tienen como hábito salir especialmente viernes y sábados de noche después de las doce a recorrer "boliches" incluso con el auto de papá, o que andan en barras por la calle a los gritos a cualquier hora de la madrugada. Uno tiene la impresión de que esta muchachada vive en la inconsciencia absoluta de quienes no tienen problemas económicos y si los tienen, sacarán la plata de donde sea. Parecería que andan por la vida sin rumbo fijo, en una adolescencia irresponsable que no quiere asumir su condición de ser humano maduro.
¿Dónde se va gestando este deterioro de la juventud? Habría muchas razones: familias permisivas o destruidas, dinero fácil, abulia, televisión contaminante, acceso a información indiscriminada, hijos abandonados, malas compañías, adultos sin principios, violencia, etc. Pueden ser algunas de estas razones, todas o ninguna, pero el hecho está ahí. Por eso, esta nota trata de ser un llamado de atención para que los que puedan hacer algo, lo hagan: las autoridades policiales, reforzando la vigilancia nocturna en las calles e inspeccionando "boliches" sorpresivamente; los padres poniendo límites a sus hijos; las instituciones educativas, reforzando la formación académica con formación ética; los medios de comunicación, haciendo campañas contra el alcohol y la droga, así como se hace aquella de "fumar es perjudicial para la salud"; y finalmente el gobierno que está precisamente encargado de velar por el bien común - tomando cartas en el asunto, no sólo corrigiendo sino previniendo, y además estimulando y respaldando iniciativas públicas y privadas que estén dirigidas no sólo a capacitar, sino también a formar a la juventud, ya sea a través del deporte, la cultura y actividades de acción social y espiritual, despertando en los jóvenes los ideales que hacen que la vida valga la pena, ideales que nunca deberían perder si no cayeran en este cuesta abajo en que muchos se deslizan.
Este es un tema prioritario y urgente que todos debemos enfrentar: rescatar esta juventud desorientada que se nos escapa de las manos, pues de lo contrario, tendríamos que decir - parafraseando a un gran pensador - que "el mundo del siglo XXI será lo que sean los jóvenes que nosotros formemos hoy, o no será en absoluto". Y en esto somos todos responsables. Por eso, no podemos dar la espalda a esta realidad de nuestro mundo de hoy, por ellos mismos y por la humanidad entera.