Jugar con fuego I
A los 13 años Sarah recibió de su madre, un consejo que trasmitió a sus hijos, considerándolo fundamental para llegar al matrimonio con la persona indicada. ...
Su madre le había contado la historia varias veces, y, sin embargo, nunca se cansaba de escucharla nuevamente. Le fascinaba oír cómo su padre conoció a su madre y viviendo en distintos países compartieron una sincera amistad que duró años hasta que su padre pudo viajar y pedir la mano de su mejor amiga, comenzando así un noviazgo que duró cincuenta y cinco años, hasta que la muerte los separó.
-"Tú crees que existe la amistad entre un hombre y una mujer?”,
-"¿Por qué no?"
- "¿Querés que probemos?"
Así empezó una amistad especial entre Sarah, una chica de 16 años, un poco desencantada de los chicos que confunden la verdadera amistad con una chica y Arturo, un muchacho de 17, dolido por la indiferencia de la chica que le gustaba. Pasó un año y comprobaron que una amistad sincera, divertida y desinteresada, es posible, a veces,... entre un hombre y una mujer. Pero... nunca falta "la otra". Florencia, feliz al ver que nada se formalizaba entre Sarah y Arturo, organizó una cena entre pocos amigos, en la cual lo invitó a él pero no a Sarah. Fue una cena comentada, ya que no faltaron entre muchas cosas más, los cubiertos de vermeuille, con claras intenciones de deslumbre. Sarah intuyó que algo podía llegar a pasar que pusiese en peligro tan buena amistad, y para asegurarse le consultó a su mejor amiga:
- "Si tu tuvieses que elegir entre Arturo y Manuel (quien la cortejaba), ¿cuál elegirías?"
- "Yo, no dudaría un minuto. Arturo es el mejor!"
En la fiesta del siguiente sábado, Sarah fue con sus mejores armas, dispuesta a la conquista de Arturo. A su vez Florencia, su rival, estaba pálida y recién salida de una operación, sentada en la sala con las señoras mayores, pero confiando en encontrarse con Arturo. Este quiso invitarla a la fiesta, pero cuando la llamó, le dijeron que como la habían operado, no iba a poder ir. Cuál fue su sorpresa al verla en la fiesta. Ofendido, creyó que lo de la operación era un invento para borrarlo!!. Esto lo decidió a ir en busca de su eterna y fiel amiga, encontrándose en vez a una mujer dispuesta a conquistarlo. Rápidamente se concretó un largo y eterno noviazgo que aún dura después de cuarenta y cinco años y que llegó en esta etapa de su vida y madurez a su completa plenitud, ya que por fin pueden decir después de 10 hijos y 30 nietos: "¡Por fin, somos dos!!". A los 13 años Sarah recibió de su madre, un consejo que trasmitió a sus hijos, considerándolo fundamental para llegar al matrimonio con la persona indicada. Su madre le dijo que todos los días rezará por aquel a quien Dios tenía preparado para ella, para que lo protegiera de todos los peligros físicos y espirituales, y llegara limpio y puro al matrimonio.
El casamiento
Antes de casarnos, yo era entre todas las amigas la que tenía más respuestas sobre la vida matrimonial, por la confianza que teníamos con mis padres.
Después descubrí, lo poco que sabía de nada. Nos casamos, y de la luna de miel... al campo.
Mi marido no era más mi novio. No había más tiempo para estar horas mirándome en la niña de sus ojos que me reflejaban sus pupilas negras. Nuestro tiempo disponible se redujo a la mitad, ocupado casi todo en tareas de alimentación, higiene y descanso de un hombre de campo.
Nuestras conversaciones tuvieron un giro inesperado y desconocido: "el maldito tiempo de hoy, ayer, y mañana, el de mañana." Peor aún, porque yo no entendía por qué el tiempo influía tanto en su humor, y llegué a la conclusión de que estaría muy enojado conmigo por algo que yo hubiera hecho. Y mientras tanto, llovía y llovía.
¡Pobres de nosotros! No haber sabido entonces qué distinto funciona la mente y el corazón del hombre y de la mujer. Otra dificultad era el diálogo. ¿Cómo podía estar tanto rato callado cuando yo moría de ganas de conversar? No es que yo tuviese mucho tema, pero como pasaba el día leyendo, me sentía entusiasmada por esos mundos donde vivía con mi imaginación y no lograba establecer puentes de interés con él. Realmente eran difíciles de combinar las distintas ferias de ganado y sus precios, con "El Pirata Dick Turpin”?
Cuando íbamos a la ciudad, a mí me encantaba ir al centro a comprar cualquier cosa a las galerías nuevas, o visitar mi familia. Y como tengo un problema con el tiempo, siempre llegaba tarde para encontrarme con un helado silencio que me desesperaba. Muchas, muchas veces en esos primeros meses de vida en común me preguntaba: ¿Es ésto el amor? Y la respuesta nunca se demoraba mucho. Sí, el amor estaba ahí, como algo misterioso e indefinido, a cada rato, en la necesidad mutua de verse, en el no poder pensar en la propia vida sin el otro al lado, en la alegría gigante cuando lográbamos sincronizar nuestras personalidades e intuir que algún día, aunque costase muchos esfuerzos y años, íbamos a poder vivir siempre así, felices de estar juntos sin necesitar nada, ni buen tiempo ni perder el tiempo.
Esta historia continúa en Jugar con fuego II