Planes y más planes: la importancia de aburrirse

“ El aburrimiento es malo”, es una frase muy actual, pero al mismo tiempo peligrosa; porque lleva a hacer un culto del éxito y la competencia que no le permite al niño desarrollar la tolerancia a la frustración entre muchas otras carencias.

2013-03-31

De dónde tanta prisa por vivir? O será mejor llamarla prisa por matar el tiempo?. Los psiquiatras y psicólogos especializados en infancia y adolescencia vienen alertando en este último tiempo sobre la creciente aparición de casos de estrés en edades cada vez más tempranas. El niño sufre continuas presiones para ser el primero, el mejor, el líder. Sea en el deporte, en el estudio o incluso en los juegos de la PC, los chicos de hoy parecen enfrentarse a toda hora al desafío del éxito.

De la mano de esta observación viene la percepción de que  el aburrimiento es malo“. Y se advierte una especie de obsesión por evitar el aburrimiento o luchar contra él: padres que compran demasiados juguetes a sus hijos o los apuntan a todo tipo de actividades extraescolares. Jóvenes y no tan jóvenes que ahogan su hígado en alcohol, pues creen que emborracharse es divertido. Ante ciertas situaciones habituales donde aparece el aburrimiento se dan soluciones erróneas:

-“¡mamá,me aburro!”.Siéntate aquí y mira este DVD que sólo has visto una docena de veces, contesta su madre.

-“¡Qué fiesta más aburrida, vámonos!”.¡Bebe algo!, le dice uno de sus “amigos”.

En otras, en cambio, se sobrevalora el aburrimiento y se infravalora otros aspectos:

-“Mi trabajo está bien, pero es aburrido. Estoy buscando otro”.
El trabajo no sólo puede ser valorado en función de su capacidad recreativa!

-“Vaya conferencia más aburrida”. Una conferencia no es un monólogo de humor. Aprender no siempre es divertido.

Los padres han olvidado que realmente no importa que el hijo no tenga nada que hacer. Importa ese momento de la jornada en que no está en el colegio, no tiene clase de fútbol o ballet, no está aprendiendo a tocar el piano ni la flauta ni el oboe, tiene los deberes hechos y la consola apagada, el ordenador está en manos del padre o de la madre y todo tiene un aspecto que tiende al vacío. Para qué?.


Primero: Aburrirse significa etimológicamente el sufrir un estado de ánimo producido por la falta de estímulo, diversiones o distracciones; es decir que el no tener con que ocuparse produzca un vacío agobiante.

 

Se trata de que se aburran para pensar, que tengan tiempo libre para que se les ocurran cosas. Sin embargo, al niño siempre le están diciendo lo que tiene que hacer. Hay tanta conciencia pedagógica sobre los menores y tanta información sobre lo que hay que hacer con ellos, que los padres lo ponen en práctica pero de manera indiscriminada. Sin quererlo,  le están diciendo al niño cómo emplear su tiempo, se lo dan todo masticado y así los hacen dependientes.

Si el  pensamiento se encuentra diariamente anestesiado al final la costumbre hace que ya no se nos ocurra tener una iniciativa. Pensar exige de un esfuerzo personal que supone un compromiso. El que piensa se encuentra en la tesitura de tener que justificar lo novedoso de lo que ha dicho. Los niños de hoy, intuyen que ya no se espera tanto de ellos y que muchos adultos piensan por ellos, ofreciéndoles información ya confeccionada.

 

Segundo: Que los hijos se aburran también ayuda a hacerlos entender que no es él quien hace girar el mundo para que se haga de día o de noche, sino que el propio mundo gira independiente de la voluntad del niño. Sirve para ayudarlos a desarrollar la ya famosa ( pero poco frecuente) tolerancia a la frustración. Esta maravillosa capacidad-exclusivamente humana- se  desarrolla por esperar aquello que queremos, o hacer el esfuerzo por alcanzarlo y es un signo de madurez emocional. Si bien no debemos crear situaciones frustrantes, los padres deben fomentar diversiones activas ya que las pasivas no ayudan a que el niño aprenda la importancia de un día igual a otro. Actividades excitantes y que no requieren esfuerzo, deberían darse de vez en cuando, para evitar la  saturación...

 

Todos estamos inmersos en la cultura de lo inmediato, por eso debemos esforzarnos por poner “paño frío” a los niños y su hiperactividad para intentar educarlos en hábitos más saludables que le permitan proyectarse con claridad, valorar y captar lo eterno de valores como el amor y la lealtad.

 

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