Carta del mes
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El último viaje
Montevideo, 4 de abril de 2005
Querida familia:
En estos días recientes, todos hemos estado pendientes y hemos seguido con mucho interés las alternativas del último viaje del Papa, viaje que esta vez fue sin retorno. No cabe duda que Juan Pablo II fue el Papa que, a través de sus múltiples viajes, se acercó mucho a la gente, a su grey, dondequiera que estuviera, de un extremo al otro del orbe y, por eso, viajó incansablemente, tanto que se le llegó a llamar "el Papa viajero".Su paso por este mundo no fue en vano: al contrario, fue providencial. Tenía que ser él quien fuera el elegido para regir la Iglesia en estos tiempos difíciles de la humanidad. Ya desde el primer momento de su elección, siendo polaco, por algún misterio inescrutable, su visión de la vida y de la fe contribuyó a que buscara incansablemente la paz entre los hombres, que tratara de unir lo que estaba desunido, de perdonar lo que había que perdonar, de enseñar y recordar lo que había que aprender y vivir para que todos fuéramos mejores seres humanos.
“No tengáis miedo” fueron las palabras con las que inició su primer mensaje al asumir su pontificado. Seguramente, él tampoco tuvo miedo ante la inminencia de la muerte. Porque para alguien que siempre supo tener las valijas prontas para ir donde su presencia y su palabra fuera necesaria o requerida, este último viaje fue para él, personalmente, llegar por fin “a casa”, a la casa del Padre.
¡Hasta la próxima!