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Droga: Factores de riesgo sociales, institucionales y ambientales
La droga es parte de la realidad que los niños y los jóvenes viven actualmente: pueden encontrarse con ella en los medios de comunicación, en la escuela, en un centro de diversión, en la calle.
Al llegar a la adolescencia, cuando la confusión y el desconcierto propios de esa etapa afectan a los muchachos, los padres enfrentan también una serie de situaciones y de dudas que pueden atribuirlos: “¿Permitimos o no? ¿Toleramos o no toleramos? ¿Sí o no? ¿Ahora o dentro de un año? ¿Es esto correcto o es sólo cuestión de costumbre?”
Muchas veces, los padres se angustian cuando sus hijos llegan a la adolescencia y los ven inermes e inexpertos ante un mundo lleno de peligros y de influencias negativas. No es posible criar a los hijos dentro de una campana de cristal, aislándolos de la sociedad en que viven: hay que prepararlos para vivir socialmente desarrollando su espíritu crítico, fortaleciendo su personalidad, inculcándoles valores y ayudándolos a enriquecer su interior, con objeto de que no solamente sean capaces de resistir las presiones negativas, sino de influir positivamente en sus compañeros y en su ambiente.
En relación con el problema de la drogadicción, es importante conocer los factores de riesgo sociales y sus mecanismos; cómo operan en la psicología de los adolescentes para poder ayudar a éstos a manejarlos de manera adecuada.
Climent y Guerrero mencionan los siguientes factores:El grupo de amigos. Todo ser humano tiene la necesidad de ser aceptado por el grupo social al que pertenece. Por otro lado, los grupos imponen normas, valores, conductas y estilos de vida, tanto a través de la comunicación directa como por medio de presiones y de sanciones tales como la burla, el rechazo y la marginación. Por eso el grupo de amigos es uno de los elementos que más influyen en el comportamiento a lo largo de la vida; pero es en la adolescencia y la juventud cuando la necesidad de pertenencia se experimenta con mayor intensidad.
La incipiente madurez de los jóvenes los lleva a desear la autonomía, la independencia de sus padres, a querer ser ellos mismos y a actuar por sí mismos, pero, al mismo tiempo, están inseguros de enfrentarse sin experiencia al mundo que los rodea. Por eso los grupos son el puente que sirve para atravesar por esta etapa, el apoyo que se necesita. De aquí que los muchachos adopten las costumbres y las normas de sus amigos y se plieguen con docilidad a las presiones. La música, el lenguaje, la manera de vestirse, los hábitos, la manera de comportarse y de divertirse, los valores o los contravalores, los ídolos a los que se admira y los modelos de identificación son adoptados sin la menor resistencia.
La capacidad de influencia del grupo puede representar un gran apoyo o un grave peligro, dependiendo de sus características. El peligro de adicción para quienes tienen amigos sanos, dedicados al estudio, al deporte y a actividades juveniles positivas es prácticamente inexistente; pero si alguno de sus miembros es víctima de las ideologías, de las malas costumbres o de las adicciones, sus compañeros corren el riesgo de seguir sus pasos. Según lo que con mayor frecuencia se propagan las adicciones.
¿De qué mecanismos se sirven los grupos de adictos para atraer a nuevos compañeros?
1. Los sentimientos de inseguridad del joven y su deseo vehemente de sentirse aprobado y aceptado por el grupo pueden inducirlo a acatar las presiones, porque éstas lo orillan hacia un estado de ánimo en el que se le hace imposible decir no.
2. El grupo puede recurrir a la burla, el desafío, al desprecio o la intimidación para agudizar los sentimientos de inseguridad y doblegar la voluntad del compañero.
Los verdaderos amigos se ayudan a mejorar. Cuando se manipulan y se degradan entre sí no hay verdadera amistad.
El amigo íntimo drogadicto. Al llegar a la adolescencia se establece un nuevo tipo de relaciones interpersonales y de vínculos afectivos. De ahí la importancia de la amistad, la cual implica sentimientos muy intensos e intimidad comunicada y compartida, la que a su vez refleja una serie de valores como son la lealtad, la honestidad, la bondad, la comprensión, la solidaridad, e incluso el altruismo.
El amigo íntimo puede llegar a ser la persona más importante para el joven, el confidente que comprende y guarda secretos, que aconseja, orienta y consuela, y que incluso está dispuesto a sufrir por ayudar; con quien se quiere estar a todas horas, compartir experiencias, disfrutar de las mismas diversiones y realizara las mismas actividades. Por eso ejerce una influencia decisiva en la conducta, que puede ser benéfica o perjudicial; según sean las características del íntimo amigo.
Estudios recientes han corroborado que la adicción a las drogas inducida por el amigo íntimo es el factor de riesgo más importante de todos, debido a que en él interviene el deseo de identificarse y solidarizarse con él, de acompañarlo y de compartir experiencias, por lo que su invitación a drogarse rara vez se rechaza.
Disponibilidad de las drogas. La droga está ahí, acechando a sus víctimas en la calle, los centros de diversión, las escuelas y universidades, las tiendas, las fiestas, los bolsillos de los “amigos”, bajo la apariencia inocente de un caramelo, de unas jícamas con chile o de una paleta helada.
Son muchas y muy ingeniosas las trampas utilizadas por los traficantes de drogas para engañar: hay redes de distribuidores que la entregan a domicilio; hay “impulsadores” que crean nuevos adictos a través del obsequio, “desinteresado y sin compromiso”, de las primeras dosis, hasta que se crea la dependencia; hay pandillas de adictos que tienden celadas a los muchachos desprevenidos.
Los traficantes recurren a todo: desde la presión y la amenaza hasta los más sutiles métodos psicológicos de persuasión para la venta. Es frecuente que lleven la droga hasta a la cama del adicto en recuperación o que se la entreguen por la ventana; saltan bardas o se la envían en cartas o en regalos. ¡Desean crear y conservar sus clientes a toda costa!
Lo importante es estar alerta e informarse al respecto para prevenir que los niños y los jóvenes caigan en sus redes por ignorancia o por inadvertencia.
Las drogas están al alcance de la mano de los niños y de los jóvenes, por medio de sistemas que los adultos rara vez se imaginan.
Los medios de comunicación. La capacidad que tienen los medios de comunicación de influir en las actitudes y en los comportamientos humanos es un hecho que no admite discusión: quienes controlan y administran esos medios ejercen un enorme poder en el mundo contemporáneo. Los mismos medios podrían ser instrumentos de un valor incalculable para luchar contra las adicciones, pero, lejos de comprometerse en esta lucha, crean necesidades y promueven actitudes que predisponen de ellas, y entre esas actitudes figuran las siguientes: la sustitución de la felicidad por el placer, la mágica solución de los problemas, e incluso la franca incitación a adoptar conductas indeseables.
Analicemos brevemente cada una de estas conductas:
1. La sustitución de la felicidad por el placer. Éste es uno de los errores del pensamiento moderno, teñido de existencialismo pesimista: nada tiene sentido: ni la vida, ni las relaciones agradables, momentáneas e innegables que proporciona el placer.
La búsqueda exclusiva del placer impide encontrar la felicidad, ya que ésta procede de un sentimiento íntimo de gratificación que se va fortaleciendo a medida que se reconoce y se realiza la misión personal, única e intransferible; el sentido de la propia vida que se va realizando a medida que la riqueza del mundo interior se entrelaza con las personas que nos rodean.
El placer es la consecuencia de satisfacer necesidades o de tener sensaciones agradables, pero no es el origen de la felicidad.
Sólo se logra ser feliz cuando se es real y profundamente humano, cuando se descubre a los demás contemplándolos amorosamente y se pone todo el empeño por que alcancen su plenitud; cuando la vida se concibe como donación, como entrega y como realización total, aunque siempre en situación precaria. La capacidad de amar se va materializando a través del trabajo, de las relaciones humanas y de los mil detalles de la vida cotidiana, impregnados todos ellos de amor. En cambio, el placer es la impresión producto de los sentidos o de la sensibilidad estética causada por algo que no gusta: la música, un exquisito manjar, la diversión, y todo aquello que nos agrada. Por supuesto, el placer es algo positivo y que forma parte de la felicidad cuando contribuye a encontrar la esencia de las personas, como ocurre con el placer sexual del amor conyugal entregado y comprometido; con el deleite de una buena cena en compañía de seres queridos; con la diversión compartida con los amigos; con el gozo de la naturaleza y del arte, o del descanso después del trabajo, etc.
Pero si el placer se desliga del proyecto personal y de las aspiraciones profundas, si se busca por sí mismo y se le convierte en el fin de la vida, entonces produce una sensación de íntimo vacío (el aviso de que algo anda mal) y puede inducir a comportamientos autodestructivos y opuestos a la felicidad, y a veces en contra incluso del placer mismo, como cuando se como o se bebe en exceso, se buscan sensaciones sexuales desligadas de la relación amorosa, se intenta obtener una euforia artificial a través de las drogas, etc.
Las adicciones pueden comenzar por la búsqueda de sensaciones placenteras o por huir del hastío.
Así es como se intenta acallar la insatisfacción sin atacar su causa. El malestar más grande, la mayor angustia que puede experimentarse es sentir el corazón vacío, pero éste no se llena con cosas ni con sensaciones: necesita amar, amar la vida, las ideas, las obras y las ilusiones; pero, sobre todo, amar a las personas, que son lo mejor y lo más valioso.
Dicho de otra manera: la felicidad es una forma de asumir la propia vida de acuerdo con ideales nobles y trascendentes; pro eso es un camino por que el que transita lentamente, no una acumulación de gratificaciones instantáneas.
A la felicidad se llega por el camino del amor.
Los medios de comunicación, a través de ciertos programas y de la publicidad, han confundido estos conceptos proponiendo el consumismo como el medio para obtener la felicidad, ya sea imitando al afortunado de la película, que acumula riquezas, objetos, diversiones, amantes y éxitos fáciles, o por medio de la propaganda comercial.
La publicidad se encarga de presentar constantemente este espejismo de felicidad: “¡Compre, consuma, goce, disfrute! ¡Acceda al mundo de las personalidades que lo tienen todo, que son agradables y sofisticadas y a quienes jamás roza el dolor porque tienen precisamente estos productos, la panacea universal!” Los cientos de mensajes publicitarios, que los niños y los jóvenes escuchan y ven, prometen gratificación instantánea infiltrándose en las mentes, desviando aspiraciones y deformando actitudes, minando la capacidad de resistir la frustración y despertando el deseo incontenible de obtener lo que se quiere en el momento en que se quiere.
Nuestra cultura nos lleva a confundir el placer con el consumismo y, por eso mismo, a identificar la felicidad con el dinero, el cual puede transformarse en objetos, diversiones o sustancias que proporcionan unas horas, unos días o unas semanas de complacencia. Las gratificaciones que se compran suelen ser tan efímeras como el efecto de las drogas y dan lugar a un sentimiento de hastío que la persona trata de ahogar con nuevos objetos y diversiones.
En este contexto, no hay placer que las personas quieran dejar de experimentar, por lo que es lógico el recurso a las drogas. La curiosidad que se experimenta ante ese placer intenso o inédito y el acceso al paraíso artificial que prometen, terminan por hacer de la vida un infierno totalmente real.
En el fondo, el anhelo de felicidad y la forma equivocada en que las personas tratan de conseguirla constituye el meollo del problema de las adicciones, porque el efecto de las sustancias químicas sólo calma momentáneamente la frustración de no haber hallado la felicidad.
2. Solución mágica de los problemas. Muchos de los mensajes de fondo de las telenovelas, las películas y los anuncios plantean la solución mágica de situaciones sumamente complejas, en las que, por lo regular, las personas no sufren las consecuencias de sus actos; tienen comportamientos absurdos y conductas negativas que en la vida real resultarían desastrosos. Si se comente todo género de excesos en comer, beber o en descansar para remediarlo, hay pastillitas mágicas, jabones o perfumes que hacen desaparecer el malestar instantáneamente. Los anuncios de bebidas son capaces de convertir las reuniones más aburridas e insulsas en cordiales y maravillosas fiestas, en las que los seres humanos se comunican a fondo.
No importa cuántos errores cometa y cuántos corazones destroce: en el próximo pueblo el apuesto detective encontrará una chica superlativamente hermosa, dispuesta a amarlo y, lo que es más sorprendente, él conservará intacta la inocencia y la bondad interior para amar intensamente. Todo se resuelve, no pasa nada, la responsabilidad se diluye, los muertos se levantan y siguen vivos para la próxima película. El sufrimiento y las vidas destrozadas no fotografían bien y por eso no aparecen en la pantalla.
Los problemas y las frustraciones forman parte de la vida y por eso hay que aprender a afrontarlos y solucionarlos. La capacidad para aceptar la adversidad y el espíritu de lucha son actitudes indispensables para encarar la vida sanamente.
Por otro lado, las acciones humanas tienen consecuencias que no pueden soslayarse, tanto si son positivas como si son negativas. Como dice el dicho: La naturaleza no perdona.
Los mensajes que reciben los jóvenes (lo mismo que todos nosotros) van en sentido contrario: sugieren que no es necesario molestarse en solucionar los problemas ni en reflexionar en las consecuencias de nuestros actos; al alcance de la mano está la forma de evitarlos: no pensar en ellos.
¿Resulta, pues, extraño que se recurra al consumo inmoderado de alcohol y a las drogas, para evadir las frustraciones y problemas, cuando ya no es posible expulsarlos de la mente ni de la vida?
3. Franca incitación a conductas indeseables. Muchas veces se incita directamente a conductas rebeldes, a faltas a la autoridad, a buscar sensaciones nuevas, a atreverse a lo insólito, a probarlo todo, a las explosiones de euforia, a la sexualidad por el solo placer o a la violencia.
Los cantantes y grupos de rock ejercen un fuerte impacto debido al éxito que tienen entre los adolescentes; estos grupos han surgido como modelos de identificación para los jóvenes, no sólo por su música o por su forma de vestir, sino por su comportamiento y por los mensajes de sus canciones. Algunos de éstos son positivos, pero otras hacen apología de lo aberrante y de lo obsceno, promueven conductas como el adulterio, la drogadicción, el incesto, la necrofilia, la promiscuidad, la violencia, el suicidio y las acciones diabólicas. Tenemos por ejemplo el rock satánico, que combina la música y la violencia con espectáculos sangrientos, como muerte de animales en el escenario; el porno-rock, con mensajes, imágenes y sonidos pornográficos.
El hecho de presentar constantemente conductas indeseables se asocia con la drogadicción, aun cuando ésta no se promueva siempre de manera directa, ya que lo que ella crea son las condiciones psicológicas y anímicas para probar la droga y para seguir utilizándola. En un contexto en el que todo está permitido, con la mente poblada de imágenes y de ejemplos negativos, ante la excitación de la música, de la multitud y de los espectáculos, con las defensas racionales en su punto más débil, y con sentimientos de hastío y de culpabilidad, no es raro que se recurra a la droga, que además está disponible y se ofrece sin tapujos.
Evidentemente la drogadicción no es la única consecuencia negativa de esta subcultura, pero sí es, quizá, una de las más graves y evidentes, adoptando la modalidad de un largo proceso de deterioro humano, en detrimento del sano desarrollo de los jóvenes.
Los múltiples mensajes negativos que reciben los jóvenes van deteriorando su capacidad para llevar una vida psicológicamente sana. Es necesario hacerlos conscientes de ello, razonando sobre los posibles efectos negativos.
Esquema
Factores de riesgo sociales, institucionales y ambientales:El grupo de amigos negativos.
El amigo íntimo drogadicto.
Disponibilidad de las drogas.
Medios de comunicación:
a) Sustitución de la felicidad por el placer.
b) Solución mágica de los problemas.
c) Incitación a conductas indeseables.La escuela:
a) Primacía de lo académico sobre lo humano.
b) Falta de comunicación.
c) Manejo inadecuado de la disciplina.
d) Insuficiente promoción de los deportes y la recreación.
e) Presencia de agentes inductores.La crisis de los valores.