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El mundo de Luna y Sin Nombre. Tercera parte
Viene de El mundo de Luna y Sin Nombre. Segunda parte.
El cuarto mes
Sus padres estaban muy preocupados, Andrea pasaba cada vez menos tiempo en casa, llegaba muy tarde de facultad, dormía mucho y en cuanto se levantaba volvía a salir. Cuando le transmitían su preocupación y le preguntaban al respecto, la respuesta de su hija giraba en torno al estudio: ¡Es que estamos de entrega en facultad y tenemos muchísimo trabajo!, decía antes de salir como un viento de invierno por la puerta. Ellos sabían de las famosas entregas de la facultad de arquitectura: los estudiantes podían llegar a instalarse durante días enteros en la facultad sin volver a sus casas, para poder terminar a tiempo los distintos proyectos, y dormían pocas horas y aisladas, tirados debajo de las mesas o directamente no lo hacían. Pero ellos presentían algo más... No era la Andrea de las entregas, agotada pero exultante y entusiasmada..., no, la Andrea que había salido por la puerta era otra: cansada y apagada. Y si le hubieran preguntado a alguno de sus amigos, la preocupación los habría invadido por completo, porque no estaban de entrega y además no habían visto a Andrea por la facultad, desde hacía ya, algunos días.
Sus amigos también estaban preocupados. Andrea jamás faltaba a clases y siempre se mantenía en contacto, de alguna forma con ellos, pero ya no los llamaba y cuando ellos lo hacían a su celular ella les contestaba cualquier excusa. A la única que veía era a su amiga Josefina, aunque estos contactos eran cada vez más espaciados, y ella estaba cumpliendo con su promesa de no contarle a nadie sobre el embarazo de Andrea.
- No estoy solo, de eso estoy seguro. Hay un ser superior al cual estoy íntimamente ligado, y si bien éste ser no me ha dado muestras de felicidad por tenerme, sé que tengo que amarlo con todo mi ser. Él me dio la vida, y por algo me la dio... ¿Qué sentido tendría el habérmela dado sino hubiera alguna razón valedera para ello? – seguía cuestionándose el pequeño. – Quizá no está contento con cómo soy, ¡quizás por eso me está cambiando a cada rato¡ Me han salido cuatro extremidades..., después me puso cinco cositas chiquitas en cada una y ahora estoy todo cubierto por un pelo finito... Sin duda, no debe de haber quedado conforme con mi aspecto... ¡Pero yo haré que me quiera, yo conseguiré que me ame! Haré lo que sea necesario para que eso suceda, me esforzaré al máximo para demostrarle que no me creó en vano y el amor que yo le profesaré será tan grande que no podrá mantenerse indiferente.
Era un pequeño muy inquieto y movedizo, no podía parar de hacer cosas y aventurarse de expedición por ese enorme mundo. Sus extremidades le servían para poder desplazarse por él a voluntad y para valerse de información, y agradeció el tenerlas. “Después de todo estas extremidades me están sirviendo de mucho, y si no quisiesen que las usara no me las habría puesto” pensó. Y el hecho de estar atado a un cordón le hacía sentirse seguro de que no se perdería, y también agradeció el tenerlo. “Después de todo, si no quiere que me pierda es porque algo ha de quererme”, volvió a pensar.
También notó divertido que de a ratos comenzaba a emitir sonidos y eso lo alegró y lo reconcilió con su progenitor: “si no me quisiese no se preocuparía por darme tantas cosas. Quizá este nuevo don me sirva para comunicarme con él”, y pasó mucho tiempo tratando de practicar, emitiendo distintos tipos de sonidos. “Si, creo que la juzgué mal... ¡Me quiere! De otra forma jamás me daría todo lo que me está dando! ¡Soy tan feliz!”Acostada panza arriba en una camilla miraba el frío consultorio con ansiedad y miedo. Siempre había imaginado que ese momento sería distinto, que sería de felicidad. Un momento deseado y esperado, y no uno de tristeza y temor. “Sólo me faltaría que fueran mellizos”, pensó aterrada. Andrea estaba por hacerse su primer ecografía...
La especialista entró apurada, era la duodécima ecografía que practicaba esa mañana, estaba cansada y tenía hambre. Se acercó a la paciente, le levantó la camisa dejando la pancita, que ya tímidamente comenzaba a manifestar lo que estaba sucediendo en su interior, al descubierto. Luego tiró un largo chorro de gel frío sobre la zona a estudiar y apoyó los terminales de la máquina, sin demasiado cuidado, sobre el vientre de la futura madre. La sensación no fue agradable y Andrea no lo ocultó. Luego de unos segundos de búsqueda la especialista habló.
- ¿Sentís esos latidos? Es el corazón. ¿Lo escuchás?
Andrea lo escuchaba..., cómo podía no hacerlo si sonaban como martillazos en su cabeza. Su corazón se apretó con fuerza y sintió un vacío en su estómago.
- Vamos a buscarlo... –dijo mientras con los terminales apretaba la panza y los movía por ésta en busca del pequeño ser. - Acá está, madre –y giró el monitor para que Andrea pudiera verlo. - ¿Ves? Acá está la cabecita y éstas son la piernitas... Vamos a buscar el corazoncito. - ¡Acá!, ¿Lo ves?
Andrea miraba el monitor, pero no alcanzaba a ver nada. ¿Dónde? No distingo nada- dijo.
- Aquí... ¿Ves esta cosita redondita? Es la cabeza, y éste es el bracito... Esta curvita de acá es la colita. ¡Mira esto! Está moviendo las piernitas...
Como si un velo oscuro cayera de sus ojos, de pronto Andrea vio con absoluta claridad a su hijo. Sus piernas, sus brazos, su cuerpo, su cabeza e incluso su corazón. Recién ahí pareció cobrar vida y bombardeó de preguntas a la especialista que también pareció suavizar su trato y evacuó amablemente todas sus dudas. Era increíble que siendo tan pequeñito ya estuviera completamente formado. Ella no lo esperaba y sin darse cuenta sintió cómo, una nueva sensación, surgía de su corazón: la ternura, y de pronto no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas que desbordados corrieron por sus mejillas. Pero estas lágrimas en nada se parecían a todas las que habían corrido en las últimas semanas, éstas eran lágrimas del querer.Al salir del consultorio la realidad la golpeó nuevamente en la cara, al cruzarse con una pareja de muchachos de su edad, que venían juntos, también a su primer ecografía. Él venía abrazándola: cariñoso y pendiente, le cuchicheaba cosas al oído. Ella venía feliz: se sentía protegida y contenida. Los dos venían expectantes y esperanzados..., rebozando amor. No pudo evitar sentir envidia..., siempre había soñado un escenario muy parecido para cuando le tocase vivir esta etapa tan alucinante en la vida de una mujer. Había soñado que estaría acompañada por su ser amado, que estarían felices y conmovidos. Entusiasmados con todos los preparativos que la llegada de un bebé implica, e impacientes para que el momento cúlmine llegase por fin. Nada de eso se había cumplido y tomó conciencia que su sueño, ahora, jamás se haría realidad. Estaba sola y sola debería enfrentar esta situación y ahora sintió, como nunca antes, la confirmación total y real de su estado, lo irreversible de su situación y el temor volvió a instalarse en su mente y en su corazón. Y volvió a llorar..., intentó controlarlo pero le fue imposible: las lágrimas brotaban sin control de sus ojos, mojándole la cara. Se escondió en un recoveco del ancho corredor del hospital, apoyó su espalda contra una esquina hasta que sus pies no aguantaron y se dejó deslizar hacia el suelo hasta quedar sentada y con las piernas recogidas. Se tomó la cara con ambas manos y dejó correr el doloroso río de lágrimas, libremente... La angustia le apretaba el pecho evitándole respirar con libertad y allí se quedó, hecha un ovillo y esperando que el mundo desapareciera, por muchas horas.
Los que siguieron no fueron días fáciles para Andrea. Se sentía muy angustiada por el secreto que le guardaba a sus padres y sentía que necesitaba contar con ellos en este momento tan difícil, pero estaba aterrorizada por sus reacciones..., por cómo tomarían la noticia. Sabía que los iba a choquear y que lo sentirían como una gran decepción. Sin embargo no le gustaba verlos tan preocupados por ella, sabía que era la culpable: había estado los últimos dos meses muy distante con ellos y por momentos malhumorada. Su carácter no era el mismo, ya no respondía las llamadas de sus amigos y había dejado de concurrir a la facultad. Si algo bueno le había pasado en los últimos días era que las nauseas y los vómitos, que había mantenido en secreto de sus padres, habían pasado. Pero un nuevo problema se avecinada: su pancita comenzaba a crecer de forma acelerada y pronto sería imposible de disimular, escondiéndola debajo de camisolas sueltas o conteniéndola con fajas improvisadas.
Sabía que tenía que hablar con sus padres, pero no hallaba el momento y los días, siguieron corriendo...A pesar de que hacía un esfuerzo por no pensar en el tema, le resultaba imposible. Se imaginaba mil formas y palabras que utilizaría para comunicarles la noticia a sus padres..., y se imaginaba mil y una formas diferentes de formas en que ellos reaccionaban a la noticia: desde gritos de recriminación hasta abrazos de felicidad, toda una gama de variantes, algunas resultaban más realistas siendo que conocía perfectamente a sus padres, y otras resultaban más una expresión de deseo que otra cosa. Y por momentos se descubría a sí misma pensando en el pequeño intruso que crecía en su vientre... Al principio trataba de borrar, inmediatamente, esos pensamientos de su mente. Tenía claro que ese ser había llegado para arruinarle la vida, que era el culpable de todo lo que le estaba pasando y de todo lo que estaba sufriendo... Pero de a poco parecía que el diminuto entrometido, iba ganando terreno: en su corazón primero, y en su mente después, y ya no intentaba deshacerse de esos pensamientos con tanta rapidez, y cuando se encontraba a solas en su habitación, se acariciaba la panza pensando: ¿Cómo serás?
El quinto mes
Era un típico día de invierno: gris, frío y ventoso. Pantalón grueso, sacón, bufanda y gorros de lana era la constante en el espectáculo que Andrea tenía desde su ventana, del mundo exterior. La gente por las calles andaba apurada y muy abrigada, tratando de llegar cuanto antes a sus hogares, a sus refugios...
Ella está sentada en su cama, con las piernas recogidas, mirando sin ver. Quizás en otro momento se hubiera reído divertida al ver a ese señor almidonado corriendo atrás de su sombrero arrastrado caprichosamente por el viento, y seguramente se hubiera compadecido de ese niñito que pasó caminando muerto de frío abrigado por un buzo de lana agujereado, con vaqueros rotos y zapatos mojados. Pero hoy no, hoy sus pensamientos están en otro lugar, un lugar que por momentos se torna doloroso y complicado, y que ahogan la ternura que estaba creciendo en su interior con respecto a su embarazo: el mundo del futuro, cuando ella, ya sea una mamá. Es un mundo que se imagina lleno de complicaciones, angustias y temores... ¿Cambiar pañales? ¿Darle el pecho? ¿Estar pendiente de esa pequeña criatura dependiente, todo el día...? ¿Y cómo lo voy a educar, tendré paciencia? ¿Seré una buena madre? ¿Podré con tanta responsabilidad? ¡Oh, Dios mío! ¡No voy a poder hacerlo, es demasiado para mí!, concluyó. ¡Pobre Andrea!, toda una vida de estudios rindiendo difíciles exámenes, de mas difíciles materias, aprendiendo a calcular las bases sobre las cuales se levanta un edificio, preparándose para ser una buena profesional, y no se preparó para la vida..., y ésta se derrumbó como un castillo de naipes ante el primer temblor... ¡No se preparó para la vida...! ¿Pero quién se prepara para la vida si no sabe qué es lo que le va a tocar? Uno no se prepara para la vida..., la vive. Y no hay nada más natural que traer un niño al mundo. Y uno lo va sacando adelante como puede, viviendo el momento, aprendiendo con el alumno, dejándose llevar por el instinto. La vida, generalmente, no pide más de lo que podemos dar, y generalmente estamos preparados para poder dar lo que nos pide. Y Andrea tiene aún cuatro meses para prepararse, aunque aún no lo pueda aprovechar y la angustia le sigua apretando el pecho.
En eso su madre entró al cuarto.
- Andreita mi amor, no comiste nada. ¿Te sentís bien? -y Andrea no aguantó más y se quebró en llantos. - ¡Mi amor, qué te sucede! - Exclamó preocupada al ver la reacción de su hija, mientras corría a su lado a consolarla.
- Nada mami, no es nada. Es sólo la presión de la facu..., nada más. No te preocupes...
- No mi querida, te conozco bien... Sé que hay algo más. No quieres contármelo..., pero hay algo más. Ya has tenido períodos de trabajo muy arduo y exigente en la facultad, pero los llevaste adelante con entusiasmo y determinación... Pero ahora estás apaga, deprimida..., sin ganas de nada. Ya casi no sales con tus amigos... ¡Vamos, cuéntale a tu madre qué es lo que te sucede! –dijo dulcemente.
- ¡Hay mamá..., es tan difícil! –y volvió a sollozar.
- Vamos, dime...
- Mamá..., lo siento pero...estoy embarazada...perdóname.
- ¿¡Estás...estás qué?! –dijo sin poder manejar la noticia mientras se separaba de su hija asombrada. – ¿Pero cómo...? ¡No, mi hija no!
- ¡Mamá..., mamita! Por favor... –dijo Andrea tratando de tomar su mano.
- ¡Cómo pudo pasar, mi niña! ¡A ti nada menos! ¿Cómo pudiste hacernos esto?
- Mami, por favor... Jamás quise que esto pasara. Debes creerme...
- Pero pasó, y nos defraudaste... ¿Qué va a ser de tu vida ahora? Después de tanto sacrificio para que pudieras tener las mejores posibilidades, para intentar forjarte un futuro mejor... Todo tirado a la basura..., nuestro esfuerzo y el tuyo también. Teníamos tu vida programada, ¿lo recuerdas? ¿Olvidaste nuestros sueños?
- No mamá, no los olvidé y no pienso renunciar a ellos. Seguiré estudiando, me esforzaré el doble pero voy a cumplirlos...
- ¿Pero es que no lo entiendes? Ya nada será igual... Por el resto de tu vida tendrás que cargar con la humillación de haber sido una mamá soltera... Aunque lo nieguen, ya nadie te verá de la misma forma. ¿Crees que los jóvenes te verán como antes? ¿Crees que te será fácil entablar una relación con el lastre que esto significa?
- Ya no es tan así...
- ¡Y la vergüenza que nos causarás! –dijo sin escuchar a su hija - ¿Has pensado en eso? ¿Cómo voy a mirar a la cara a los vecinos? Es cómo si estuviera escuchando a doña Clara: “¿pero cómo, no era que su hija era perfecta, que iba a ser profesional e iba a salir de este agujero?" ¡Y a doña Tota!: “que la había educado como a una señorita, que estaba destinada a grandes cosas” ¡Por Dios! Vamos a tener que mudarnos...
- Lo siento mamá, te juro que lo siento...
- El otro día la Gladis me miró con cara rara después de un comentario que le hice al almacenero, capaz que ya lo sabe... ¡Quizás todos lo saben! ¡Todos menos yo!
- No, mamá...nadie más lo sabe.
Pero su madre no la escuchaba y seguía divagando sobre el tema, y preguntó.
- ¿Lo saben, ya todos están enterados?
- ¡Nooo, mamá! Ya te dije que no. Nadie lo sabe, salvo la Jose, quién me juró que guardaría el secreto, y hasta donde sé, a nadie se lo ha confiado.
- Pero lo van a saber, esas cosas terminan sabiéndose..., ¡si ya se te nota la panza! ¡Cómo no lo noté antes, qué estúpida!
- No exageres mamá... Con éstas fajas que me pongo, sólo yo me doy cuenta que estoy un poco hinchada.
- ¿De cuanto estás?
- Estoy..., estoy entrando en el quinto mes...
- ¿Cinco meses? ¡Pero Andrea, ¿cómo dejaste pasar tanto tiempo?!
- Es que estaba confundida...y asustada...y los días fueron pasando.
- ¿Y el padre de la criatura? ¿Se va a hacer cargo de lo que le toca?
- ...-y miró al suelo con vergüenza –no sé quién es el padre...
- ¡Tu padre se muere...!
Esa noche su madre habló primero con su padre apenas llegó del trabajo, en la cocina. Andrea escuchó gritos y maldiciones, quejas y recriminaciones. Poco a poco los ánimos se fueron calmando y continuaron hablando como por dos horas. Luego se dirigieron a hablar con su hija. Su padre habló calmadamente pero con mucha firmeza, le habló de decepción, de vergüenza... y Andrea lloró y pidió perdón, pero ellos no se enternecieron. Jamás los había visto tan fríos con ella. Pero lo peor estaba por pasar...
- Andrea, has faltado a nuestra confianza. Te enseñamos cómo desenvolverte en el mundo, te cuidamos y te mostramos todos los riesgos que se podían correr y cuando creímos que estabas preparada, te dejamos volar. Pero la libertad conlleva una gran responsabilidad que tú no supiste respetar... Pero ahora de nada vale hacer reproches de lo que pasó, hay que mirar para adelante y tratar de retomar el camino. Lo verdaderamente importante aquí ahora eres tú, tus sueños, tus planes, tu futuro... y hay una sola forma de que ellos se puedan, finalmente, hacer realidad...
- ¿Qué...qué quieres decir? –preguntó incrédula, pero intuyendo la respuesta.
- La única forma de recuperar tu vida, tus sueños y tu dignidad, es el aborto...
- ¿Cómo? ¿Qué estás diciendo?¿Quieres que mate al ser que llevo en mi vientre?
- ¡No está vivo! ¡Aún no lo está! Es sólo un puñado de células... No se puede matar algo que no está vivo, ¿verdad?
- ¿Mamá? –preguntó mirando a su madre, en busca de una segunda opinión.
- Es lo mejor, querida. Tú misma dijiste que no querías que esto pasara, que fue lo peor que podía pasarte. La vida es larga y tendrás otras oportunidades, pero ahora no es el momento para que tú tengas un hijo, no estás preparada... La llegada de un hijo tiene que ser algo maravilloso, algo esperado y deseado y no un dolor de cabeza, un motivo de vergüenza..., no tiene por qué ser el momento que destruya tu vida para siempre, sino el que te realice como mujer, el que te proyecte como ser humano. Siempre fuiste una chica abierta y progresista, es el momento de demostrarlo...
- ¡Ay, no lo sé mamá! Si bien siempre dije estar a favor del aborto y de la importancia de que la mujer tuviera el derecho de decidir sobre su cuerpo, esa era la postura correcta a tomar, frente a mis amigos. Todos piensan así donde yo me muevo, y nadie quiere que lo tachen a uno de conservador o retrógrado, pero la verdad es que me parece un hecho aberrante... Y ahora estoy analizando esa posibilidad con mis propios padres...
- Es fácil analizarlo de lejos, sencillo condenarlo sin conocimiento, pero le tiene que pasar a uno para poder entenderlo –dijo su padre.
- Y nadie tiene que saberlo... Será un secreto entre nosotros, y el tiempo se ocupará de que este suceso quede en el olvido – agregó su madre.
- No lo sé –contestó. –Por supuesto que extraño mi vida, mis amigos, mi libertad..., y es cierto que no quiero tenerlo, que estoy muerta de vergüenza y miedo... Pero no creo que esté bien hacer una cosa así... No sé si seré capaz. No sé si tendré el valor.
- Si fuiste capaz de cometer el error de quedar embarazada, tienes que tener el valor de tomar la decisión correcta..., quizás la más importante de tu vida, y retomar el control de tu futuro... Además estaremos contigo, no te dejaremos sola en este duro trance ni por un solo momento... – dijo su padre.
- Tienes que volver a tomar el rumbo de tu vida y el dominio de tu cuerpo. No puedes permitir que las cosas sucedan si tú no lo deseas, es tu cuerpo, y tú tienes el derecho de decidir qué hacer con él – insistió su madre.
- Algo anda mal..., puedo sentirlo – pensó el pequeño inoportuno. – De alguna forma siento una gran inseguridad, y no es algo que yo haya producido, ni pueda controlar... Siento que de alguna forma mi mundo intenta protegerme, pero corro un gran riesgo...El quinto mes y unos días
El viaje transcurría en absoluto silencio..., un silencio casi sepulcral. El padre de Andrea conducía sin separar sus ojos de la calle, parecía apesadumbrado y temeroso. La madre, en el asiento delantero miraba a un costado por la ventanilla, como hipnotizada, las gruesas gotas de lluvia que caían sobre el asfalto, las casas y la gente. No dejaba de refregar sus manos entre sí, estaba nerviosa y el miedo la embargaba. Andrea, en el asiento trasero, tampoco se animaba a pronunciar palabra. Se sentía avergonzada, sabía que lo que estaban viviendo era por su causa, y estaba muerta de miedo. No era para menos: este día a Andrea le van a practicar un aborto...
- Tengo miedo..., mucho miedo... Algo está por pasar hoy –pensaba aterrorizado el involuntario huésped. – Sé que algo malo..., muy malo, está por suceder. De algún modo percibo el miedo en mi creadora, en Gaga – días atrás se había decidido a otorgarle un nombre a quién era su creadora. –Ella o yo mismo, estamos en peligro... Algo muy grave está por suceder... Creo que Gaga me protegería de cualquier peligro, últimamente he sentido sentimientos de amor de ella hacia a mí... Fueron los momentos más felices de mi existencia. Si bien fueron momentos aislados, sé que Gaga, ahora sí me quiere y mis sentimientos hacia ella también han crecido de una forma insospechada. Si..., ella me protegerá, pero..., ¿si es ella quién está en peligro quién me cuidará...? Desearía poder salir de este “mundo interior” y acudir en ayuda de mi Gaga... No puedo detener el dolor que siento en el pecho, ni el temblor que siento en mis extremidades... ¡Por favor, que pase pronto...!
Ella no estaba segura de lo que iba a hacer, pero no tenía fuerza para discutir con sus padres. En los últimos días había tomado conciencia de su estado, pero en cuanto algún pensamiento al respecto trataban de ganarla, ella los desechaba inmediatamente de su mente. De ninguna manera quería que la idea le fuese ganando el corazón aunque sentía que en los últimos días un extraño sentimiento la embargaba y sin quererlo se encontraba a menudo acariciando su pancita. Ahora mismo sus manos reposaban sobre ésta como en un intento de buscar perdón. De pronto sintió un fuerte golpe en sus manos que la sorprendió por completo, y le hizo retirarlas rápidamente... Nunca antes había experimentado aquella sensación, miró a sus padres incrédula pero ellos estaban ocupados con sus propios pensamientos. Titubeante volvió a posar sus manos en la panza y quedó expectante... De pronto volvió a sentir la fuerte patada proveniente del interior, justo donde tenía las manos, esta vez no pudo controlarse.
- ¡Ay¡ -exclamó.
- ¿Qué pasa nena? –preguntó su madre mientras se volteaba a mirarla.
- Mami...¡Me acaba de patear, mamá! ¡Está vivo! –dijo visiblemente emocionada y otorgándole la calidad de ser vivo, recién ahora que lo sentía físicamente por primera vez.
Su madre sintió una puntada de alarma, no era un buen momento para que eso pasara. Ya la había descubierto alguna vez acariciándose la panza casi con dulzura. Hasta ahora su hija se había tratado de mantener indiferente al ser que llevaba en su vientre, y si bien había cuestionado mucho el tema de cortar con el embarazo lo había terminado por aceptar, no era momento para arrepentimientos. Era inminente evitar que ese hecho la sensibilizara.
- ¡No, nena! Es un espasmo... –dijo rápidamente, sacándole importancia - Deben de ser los nervios, no te preocupes.
- No Mami, me pateó... Estoy segura.
- Andrea, hasta los seis meses no se siente nada. Todavía es un montón de células molestas..., ¡un feto! Es imposible que te haya pateado. Créeme que son los nervios..., yo misma también estoy sintiendo un flor de malambo en la barriga.
- Es...¿estás segura?
- ¡Claro! Es eso...quédate tranquila. – Y volvió a darse vuelta deseando que su hija se conformase con su respuesta. No volvió a hablarle hasta que el auto se detuvo por completo frente a una casa.
- Es aquí...bajen –dijo el padre.La casa era sencilla: frente plano y despintado sobre la vereda, puerta al medio flanqueada por dos ventanas, parecida a casi todas las de la cuadra. La puerta también evidenciaba el paso del tiempo y a través de las ventanas se alcanzaban a ver las viejas cortinas. Parapetados bajo un paraguas, golpearon tímidamente tres veces... ¡Ya va!, se escuchó gritar groseramente desde el interior. La puerta se abrió y una señora mayor apareció bajo el dintel. Andrea nunca olvidará esa cara..., esa figura... El pelo color ceniza, el cutis arrugado y plagado de puntos negros y algún pelo, la boca desdibujada que escondía unos dientes torcidos y manchados por el tabaco, la nariz ganchuda, las orejas... Pero era la mirada, a través de unos gruesos lentes de aumento, fue lo que más la aterrorizó: era una mirada dura y fría, una mirada sin sentimientos...¡era la mirada de la muerte!
- ¡Adelaaante! –dijo la siniestra mujer tratando de dulcificar su voz y sus gestos, aunque no su mirada... Los ojos son las ventanas del alma y la mirada, la revelación del espíritu. Se puede pretender ser lo que no se es, pero no se puede ocultarlo, no de una mirada inquisitiva que sabe leer en los ojos de uno. Y tampoco se puede ocultarlo del tiempo..., tarde o temprano la naturaleza humana de cada uno, aflora en los momentos importantes y a veces en los no tanto. Uno jamás se puede ocultar de lo que realmente es...Los hizo pasar al estar donde sillones viejos y vencidos daban testimonio de otros, que también habían llegado hasta allí en busca de una solución a su vergüenza, y a su temor. Otros, como ellos, también se habían sentado en esos mismos sillones, a esperar mirado la televisión, tratando de distraer la mente para no escuchar sus reclamos, para ahogar la conciencia que a gritos, suplica por un poco de piedad.
Luego de cruzar algunas palabras, no muchas porque, ¿qué se puede decir antes de consumar una ignominia como la que está a punto de cometerse? La mujer, sacándole toda trascendencia a lo que estaba por pasar, invitó a Andrea a que la acompañara.- Por acá querida... –dijo señalando un oscuro corredor. Andrea temblaba como una hoja y miró a su padre con los ojos del náufrago que otea desesperado el horizonte, en busca del barco salvador o la isla desierta donde poder hacer pié. Eran ojos que hablaban...que imploraban: ¡sáquenme de aquí! Llévenme lejos...salven a mi hijo...salven a mi alma...
Pero no encontró los ojos de su padre, y tampoco pudo hallar los de su madre. Esos ojos, miraban el suelo con vergüenza, con miedo de flaquear en su determinación ante cualquier motivo... Recorrían el suelo, o la pared manchada de humedad, mientras pensaban quizá, que estaban haciendo lo correcto, que después de todo lo estaban haciendo por su hija. Uno hace lo que sea por un hijo, pero...¿lo estaban haciendo por su hija...? Esos ojos que ahora estaban esquivos y rastreros, nunca más mirarían de frente a los de su hija, como lo habían hecho durante toda la vida. Esos ojos llevarán por siempre, marcados en el fondo de su retina, la vergüenza, el miedo, la verdad...Andrea recorrió el pasillo como el condenado a su castigo y pasó a una habitación realmente tenebrosa. Quedó sola por unos instantes mientras que la falsa médica se aprontaba. Miró el lugar tiritando, un poco de frío y mucho de miedo... Las paredes estaban sucias y el piso no muy limpio. Las ventanas se hallaban tapiadas con tablas de madera y la única luz provenía de una bombita que colgaba del techo, generando un ambiente macabro. Bajo la ventana una pileta y a un costado de ésta una máquina de lavar ropa. En el centro del cuarto había una camilla a la que le habían colocado unos brazos de hierro para las piernas a modo de mesa ginecológica, y frente a los brazos, un banco, una mesita de apoyo con un par de instrumentos y una lámpara de pié. En el suelo un balde negro, sucio y asqueroso, y junto a él, una vieja radio.
Todo su cuerpo se estremeció con un escalofrío de pánico, y quedó paralizada sin poder hablar, ni dar un paso más.
- Adelaaante querida, no tengas miedo – dijo con la voz más suave que pudo inventar, al regresar y ver a la muchacha parada junto a la puerta, mientras que con sus pulposos brazos la empujaba, suave pero sin pausa, hacia adentro. –Ya verás que todo sale bien. Vamos a sacar ese puñado de células, ese tumor molesto de tu cuerpo, y pronto podrás tener de vuelta tu vida. Podrás volver a disfrutar como la chiquilina que eres. Ya tendrás tiempo de tener hijos... ¿para qué apresurarse? Si sólo traen problemas y dolores de cabeza... Tómate esto –y le ofreció un vaso con un líquido.
- ¿Que...qué es esto?
- Es para que nada malo te pase. Vamos, tómalo todo y acuéstate aquí.Andrea lo bebió y se recostó sobre la camilla. Giró su cabeza hacia la pared, fijó su mirada en una mancha que allí había y se dejó hacer. La mujer le desprendió el pantalón y se lo sacó, luego la bombacha. Finalmente colocó las piernas en los soportes de la camilla y las ató... Se dirigió hacia la pileta, se lavó las manos y luego se sentó en el banco, practicamente entre sus piernas. Prendió la luz de la lámpara y la acomodó de forma que iluminara bien la zona donde iba a trabajar. Con un pulverizador roció la vagina de Andrea, con un líquido que seguramente pretendía ser una anestesia localizada. Ya estaba todo listo, pronto para comenzar... Si todo salía bien en menos de diez minutos la compleja obra de la naturaleza que insumiera varios meses, sería destruida de un plumazo.
Debido a lo adelantado del embarazo, no es viable el método de aspiración, ya que el bebé es demasiado grande. Por lo tanto la técnica a utilizar es la llamada de dilatación y curetaje. En este método se utiliza una cureta o cuchillo provisto de una cucharilla filosa en la punta, con la cual se va cortando al bebé en pedazos, desmembrándolo con el fin de facilitar su extracción por el cuello del útero, con ayuda de los fórceps. Como cualquier otra técnica para realizar abortos, ésta también resulta brutal e invasiva y puede provocar daños físicos y psíquicos irreparables a la mujer que se los practica.
Todo su ser temblaba, desde la punta de su dedito gordo del pié, hasta la coronilla de su cabecita. Sabía que algo no andaba bien...no necesitaba tener un poder especial de deducción para saberlo. Todo su mundo parecía conmocionado y el líquido en el cual suspendía ingrávido parecía hervir aunque no por la temperatura. ¿Qué estaría pasando? ¿Por qué sentía ese temor que le apretaba el estómago? ¿Gaga estaría bien? ¿Le habría pasado algo a ella? ¿Sería él el culpable de lo que estaba pasando? Si algo le sucedía a Gaga por su culpa, jamás se lo perdonaría. No podría seguir con su existencia, sabiéndose culpable de cualquier daño que pudiera sucederle a su creadora por su causa... Estaba desesperado, no sabía qué hacer, cómo proceder...,si había algo a su alcance para hacer que pudiera restablecer la paz y tranquilidad de su mundo. Intentó patear, mover sus manos, hablar...pero nada parecía surtir efecto sino que por el contrario, todo empeoraba...
El miedo la inmovilizada... Ella hubiera querido tener las fuerzas para detener todo aquello, de incorporarse y gritar: ¡Basta!, y así poner fin a la barbarie que estaba por comenzar.
Sintió un dolor intenso en su vientre, ella no podía ver qué le estaba haciendo...sólo podía tratar de imaginarlo, basándose en lo que sentía. La mujer le estaba introduciendo unos fórceps por la vagina para luego abrirla un poco y así poder acceder al útero y tener acceso al intruso... Agarró de la mesita de apoyo un instrumento, lo introdujo lentamente... Sus movimientos eran diestros, se notaba que había realizado decenas de procedimientos como éste. No había vacilación ni compasión en esta mujer, tampoco remordimiento.
De pronto Andrea habló...
-Señora..., no sé... No sé si quiero seguir con esto...
-No te preocupes pequeña, ya casi está listo –mintió- en unos momentos más estarás en casa, y pronto olvidarás todo esto. No te preocupes, todo estará bien... – enseguida prendió la vieja radio que estaba junto al balde. Sonó entonces una canción vieja y aburrida, con el volumen alto, tanto como para tapar los reclamos de la adolescente, si los hubiera. No podía permitir que se echara para atrás, si el trabajo no se realizaba no habría paga, y ella quería cobrar su dinero, no importaba si ese dinero estaba manchado con la sangre de los seres más puros e indefensos del universo...
Y la muchacha quiso hablar..., quiso decir que no..., que estaba dispuesta a vivir la aventura incierta de la vida con su hijo, que estaba dispuesta a cambiar su vida, y hasta sus sueños por él... Pero ya nadie la escuchaba, ya nadie podía ayudarla...
De pronto, un destello de luz irrumpió por primera vez desde que tenía memoria en su mundo de oscuridad y penumbras. Quedó completamente deslumbrado pero sus ojos ya estaban casi preparados y si bien demoraron en acostumbrarse a la luz, finalmente lo hicieron. Se trataba de un circulo luminoso en el extremo más bajo de su universo. A pesar de lo maravilloso del fenómeno, el pequeño ser no se confió, su instinto natural le gritaba que no era algo bueno. Luego comenzó a ver una serie de sombras que se proyectaban en ese circulo moviéndose, como si algo o alguien se estuviera acercando. El terror lo invadió, y por un momento no pudo evitar dejar clavados sus ojitos en aquel círculo luminoso. Finalmente reaccionó e intentó huir... Movió sus piernitas y sus bracitos con desesperación, tratando de desplazarse en dirección contraria, alejándose de allí, pero realmente no había adónde ir. Su mundo se había achicado considerablemente en el último tiempo y no podía distanciarse lo suficiente de aquel lugar, que se le hacía, cada vez más peligroso. Volvió a mirar hacia abajo para ver cómo un cuerpo extraño intentaba penetrar a su mundo, atravesando una extraña membrana que los separaba y en la cual, jamás antes, había reparado. Deseó que esta barrera fuera lo suficientemente dura y no cediese..., pero después de un par de intentos el instrumento logró traspasarla y su mundo comenzó a fluir por la abertura realizada. Pudo ver por unos instantes el cuerpo extraño: era amenazante, de un color que jamás había visto, era chato, ancho y se curvaba un poco... y se acercaba hacia él..., se acercaba hacia él...
Trató de comunicarse con su creadora, pedirle que acudiera en su ayuda, rogarle que lo llevara lejos de aquel espantoso lugar, y por primera vez logró algo que en otro momento lo hubiera llenado de satisfacción y orgullo pero que ahora lo llenaba de angustia: ¡logró gritar...! Gritó asustado, gritó lo más fuerte que pudo, gritó ¡Gaga, dónde estás! Pero nadie lo escuchó... Su grito quedó ahogado por el ruido de su mundo líquido, que fluía libremente alejándose de él, dejándolo más expuesto..., más desnudo...
Un chorro de agua cayó como una cascada. El balde estaba en posición y el líquido amniótico caía libremente dentro del cubo salpicando para todos lados. “Ya está” se dijo a sí misma, “rompí la bolsa”. Luego corrió el balde y acercó la mesita de apoyo un poco más. Acomodó la luz y se preparó para continuar con lo que, ella decía, era su trabajo: el crimen del inocente...
Esperó a que dejara de caer líquido para volver a introducir el instrumento macabro. Esta vez el objetivo era otro.
El pequeño ser continuaba pidiendo ayuda y de sus ojos, comenzaron a brotar unas pequeñas gotas de un líquido salado que él jamás antes había experimentado: lágrimas. El pequeño estaba llorando... Sus primeras lágrimas no fueron por alimento, no por un amor imposible... Sus primeras lágrimas, fueron implorando por un poco de piedad, suplicando por su vida... Estaba desesperado y aterrorizado, sin alcanzar a comprender qué estaba sucediendo. Jamás se había sentido completamente seguro, nunca totalmente amado, y se había preparado para una desilusión..., para una decepción, pero ni en sus pesadillas más atroces había logrado imaginarse que algo así podría sucederle... No entendía por qué, se habían tomado tanto trabajo en darle forma, en ir moldeándolo con paciencia y tanto esmero, en haberle dado facultades cada vez más desarrolladas como la capacidad de oír, de ver, de hablar..., para sacárselas ahora de esta forma. Y volvía a preguntarse si era culpa suya, si él no había hecho lo que se esperaba de él que hiciera, si había fracasado de alguna manera, y entre sus gritos y llantos trataba de pedir que lo perdonasen..., que le dieran otra oportunidad. Que si se lo permitían y le explicaban bien lo que se esperaba de él, haría hasta lo imposible por cumplirlo, por conformar a su Gaga... Que había aprendido a quererla, que la amaba y que quería que también a él lo amasen... Que su amor alcanzaba para los dos...
Un grito de dolor se dejó escapar de su boca..., un terrible dolor le atravesaba en una de sus piernitas..., un dolor que jamás pensó que existiera y volvió a gritar... Él no podía ni siquiera ver lo que le estaban haciendo porque la membrana que antes fuera parte de su hogar, ahora era como una prisión que se había adherido a su cuerpo. De todas formas él no querría ver cómo, su piernita, era brutalmente desgarrada y separada de su cuerpo por medio de ese instrumento extraño, invasor, que buscaba insensible a su presa con saña. Lamentablemente, ese era sólo el comienzo de una tortura insana y demente, de uno de los crímenes más repugnantes y despreciables que un ser viviente pueda cometer. A su pierna, le seguirían los bracitos... Y el dolor volvió..., volvió una y otra vez..., hasta hacerse completamente insoportable. Y gritó por causa de ese dolor..., y lloró...
Luego comprendió que sentía un dolor aún más fuerte que el martirio físico al que estaba siendo sometido... El pequeño bebé se dio cuenta que su existencia no podía ser... Que su ser creador a quién tanto amaba, estaba dando fin a su existir... Ese terrible dolor le brotaba del centro del pecho: “¿Por qué me haces esto? ¿Por qué no me quieres? – no dejaba de preguntarse- ¿Es algo que he hecho? ¿O quizás algo que dejé de hacer? Tenía tantas ganas de verte..., de conocerte... y de que me veas... Soñaba que me mirabas con ojos de amor, que escuchaba tu dulce voz diciéndome cuánto me querías, con lo felices que juntos seríamos y que jamás te separarías de mi... Soñaba con tus dedos de pluma acariciando mi espalda, recorriendo mis mejillas y enredándose en mis cabellos con una dulzura increíble... Soñaba con tus besos tiernos... – y llorando lamentó no conocer la cara de su creadora, sus ojos, su pelo, su boca... Si tan sólo le hubieran dado una oportunidad, él se hubiera encargado de hacerse querer. Ahora ya nunca conocerá a su madre...
-Ya está, ya pronto termino –dijo la mujer que con meticulosidad y movimientos precisos va arrojando pequeños trozos ensangrentados dentro del balde sucio... ¡Oh Dios mío! Son bracitos..., son piernitas..., son partes del cuerpecito de un diminuto bebe, perfectamente formados. ¡Por favor..., que se detenga¡ ¡Qué alguien haga algo! ¡Lo está destrozando! Mutilándolo de la peor manera... Está matando a un ser humano..., al más inocente de todos, al más indefenso... ¡Qué alguien la detenga! Este ser, en nada se parece a un puñado de células sin forma... a un tumor maligno... es un ser humano perfectamente formado, con todos sus deditos y sus uñitas... un ser humano con la carita de un ángel... Esta mala mujer, esta asesina que sí sabe perfectamente el crimen que está cometiendo, lo hace sin piedad ni remordimientos. Está cometiendo el peor de los crímenes... Pero ya nada se puede hacer, el homicidio se ha consumado, y la mujer con una sangre fría increíble revisa en el balde y trata de armar nuevamente, como si de un puzzle se tratara, el cuerpecito destrozado y sin vida, para constatar que ha sido extirpado en su totalidad.Andrea llora... llora un llanto mudo, apagado. Sus lágrimas corrieron libres hasta dejar su marca en el suelo sucio, sumándose a muchas otras. Ella derramará aún muchas mas lágrimas en los días que vendrán, y si bien podrá seguir con su vida, no olvidará, no superará jamás el terrible momento que ha vivido. Ella sabe que lo hubiera querido con todo su corazón, que lo hubiera amado y cuidado, y que, si bien no hubiera sido fácil, habría podido criarlo y educarlo...El cielo llora..., llora por la pérdida injusta de una vida que no dejaron ser, que no fue recibida con amor y aceptación, por aquellos que la engendraron. Una vida que fue truncada brutalmente, antes de nacer..., antes siquiera de poder ser reconocido. Llora por la injusticia, por el dolor... El cielo llora desconsolado, y ese llanto se suma a muchos otros formando una lluvia...un diluvio que nos moja, a todos por igual...
Es una lástima, hubiera sido una vida plena y buena, una vida que de haber vivido habría traído sólo felicidad y orgullo a su madre y a sus abuelos. Una vida que hubiera dado alegría a sus semejantes y consuelo a los necesitados... Quizá la vida de este ser estaba signada para hacer grandes cosas en beneficio de sus semejantes... Quizá hubiera sido un médico famoso, o un genetista...quizá hubiera descubierto la cura de enfermedades que hoy asolan al ser humano. O podría haber sido un pacifista, un hombre que podría haber intercedido para evitar la destrucción de civilizaciones enteras por medio de la guerra... ¿Y por qué no, un artista famoso? ¿Un músico, un pintor o un escritor? Y hubiera significado un aporte cultural para su pueblo y su época... O tal vez hubiera sido un buen profesional, comprometido y capaz, un buen padre para sus hijos y un buen compañero para su mujer.
La humanidad se ha perdido la oportunidad de conocer a este ser que hubiera podido cambiar a su entorno y a aquellos que lo hubieran conocido. Se ha perdido la oportunidad de beneficiarse con su aporte, grande o pequeño... Ahora, ya nunca lo sabremos...
Paradójicamente, esta intervención que buscaba restituir la vida de Andrea antes del embarazo, no ha hecho más que cambiarla para siempre... Andrea ya nunca será la misma, sus padres jamás serán los mismos y la relación que los unía, también ha cambiado para siempre...Treinta años después
El día estaba radiante, los rayos de luz se abrían paso entre el follaje del gran árbol contra el que estaba recostada. Era feliz... A pocos metros un niño juega con su pelota. Es muy hermoso, pelo castaño bien lacio, ojos muy negros, tez color té y unas pecas en la mejilla. De pronto el niño mira a la mujer y corre hacia ella.
-¡Mamá! –le grita con los brazos extendidos.
-¡Mi amor! –le responde ella, mientras se levanta y también emprende una corta carrera hacia él.
Se funden en un largo abrazo con besos de todos los tamaños y colores, y ruedan por el pasto haciéndose cosquillas y riendo.
-¡Mi amor, te quiero tanto! ¡Mi chiquito, mi bebé, mi...! –Y en eso se da cuenta que no sabe su nombre..., no sabe cómo se llama su hijo. Su corazón se aprieta mientras gruesos nubarrones cubren el cielo rápidamente, pareciera que forman una figura. Hipnotizada por ese hecho, sus ojos comienzan a derretirse en lágrimas mientras empieza a reconocer, en las nubes, la figura de una mujer malvada que conoció cuando era más joven. De los ojos de la figura parecen emerger víboras e insectos, cuando de pronto nota que el niño en sus brazos comienza a desaparecer...a desvanecerse transformándose en arena. Trata de evitar que esto suceda, pero es imposible, los minúsculos granos de arena se deslizan entre los dedos...alejándose... Desesperada, le pide que se quede, que no se vaya, pero no sabe cómo llamarlo, no conoce su nombre...-¡Noooooo! –gritó desesperada mientras se incorpora de un salto en la cama. Su cuerpo está bañado en sudor y lágrimas, y el corazón palpita fuertemente dentro de su pecho.
-¡Andrea, mi amor! ¿Estás bien? –pregunta una figura tendida a su costado. – ¿Fue el mismo sueño otra vez?
Suspiró profundamente tratando de retomar el control. – Si, pero ya pasó. Vuélvete a dormir, yo voy a tomar un vaso de leche.
Han pasado más de treinta años desde que aquella experiencia marcara su vida para siempre. Ya nunca olvidará aquella casucha, aquella mala mujer que acabara con la vida que crecía en su vientre. Ya nunca podrá perdonar a sus padres que la empujaron a cometer aquella acción, y nunca podrá perdonarse por no haber tenido la fuerza para revelarse y evitar que ocurriera. Ahora ha aprendido a vivir con ese dolor, aunque a menudo sufre ese mismo sueño..., a menudo se encuentra pensando en cómo habría sido la vida de ese niño y de ella misma, si le hubiera dado una oportunidad: hubieran sido amigos, quizás a él también le hubiera gustado la arquitectura, tal vez hasta habrían trabajado juntos en su estudio. O quizás habría tenido que dejar sus estudios y aún seguiría viviendo con sus padres. Ahora...ya nunca lo sabrá...
Sus sueños finalmente se cumplieron. Es una mujer exitosa: una profesional reconocida por sus pares, una esposa amorosa y atenta y una madre ejemplar. Se recibió en tiempo record y con honores, un par de años más tarde se casó con un abogado y compraron un terreno en un barrio distinguido, donde ella misma construyó su casa. No le fue fácil quedar embarazada de nuevo. Si bien su cuerpo estaba en perfecto estado, según los médicos, sicológicamente rechazaba esa posibilidad. Fue varios años después, que consiguió hacerlo. Dio a luz a una niña preciosa que es la alegría de la familia.
Debería sentirse totalmente realizada y feliz. Sin embargo...no es así como se siente. Hay un gran vacío en su corazón que no le permite ser completamente dichosa. Ese vacío es ahora parte de su vida y la acompañará hasta su muerte. No hay un solo día en que no piense o sueñe con ese hijo que no pudo ser, y muchas veces se encontró a sí misma acariciándose la panza y derramando lágrimas tratando de imaginar su vida con él. Nunca supo el sexo pero algo dentro de ella le decía que habría sido un varón. “Qué pena que mi niño jamás pudo ver el sol y sentir su calor en la piel”, pensaba a menudo. “¡Qué lástima que nunca pudo ver el mar y sentir su humedad en las mejillas! ¡Qué dolor que nunca pudo conocer una flor y sentir su aroma dulzón, y nunca escuchó el canto alegre de un gorrión, ni el sabor dulce del melón...!
Quiso tener más hijos, por ella misma y por su hija que añoraba un hermanito, pero no pudo ser... Fue varios días después del último sueño, cuando salió a pasear con su hija, que se atrevió a contarle la verdad. Lloró amargamente mientras hablaba. Su hija la consoló, y entre las dos a ese hijo-hermano que nunca fue, le pusieron un nombre...porque hasta el ser más insignificante del mundo merece uno. Un nombre que significara una luz que desde el cielo los alumbra y que a pesar de que ellas no pudieran tocarlo siempre estaría allí. Y a partir de ese día un angelito del cielo dejó de llamarse “sin nombre” para llamarse Sol...
***Fin***
Poema del niño que nunca fueAunque tu aún no lo sabes,
en tu vientre he comenzado,
de una sola ya son miles,
sé que aquí estaré cuidado.Los meses muy lento pasan,
y mi cuerpo estás formando,
aunque aún no te conozca,
sé que pronto te veré.En tu cuerpo voy creciendo,
grandes dones recibiendo,
Vista, tacto, oído, olfato...
sé que un día te hablaré.Mi existir tu ya conoces,
sientes dudas..., miedos tienes,
no importa que no me esperes
al nacer me haré quererHan cortado mi existencia
hoy mi vida se apagó,
y aunque nunca lo comprenda,
yo igual siempre te amaré.Mi cuerpito han destrozado,
mas mi alma sigue en pié,
desde el cielo te acompaño,
siempre te protegeré.Índice
El primer mes
El segundo mes
El tercer mes
El cuarto mes
El quinto mes
El quinto mes y unos días
Treinta años después
* El genocidio más grande, aunque no reconocido en la historia de la humanidad, es el de los “seres del mundo interior”, los niños no nacidos víctimas de un aborto. Estas pequeñas criaturas anfibias son tan inocentes e indefensas que ni siquiera saben de la existencia del peligro, ni cómo defenderse de éste cuando toca a sus puertas. Anualmente, en el mundo se matan más de setenta millones de estos seres, setenta más que el genocidio más grande reconocido por la humanidad hasta ahora. Pero lo peor de todo, es que este humanicidio se comete contra seres indefensos y se sigue repitiendo año tras año... año tras año... Ayer, mañana y en este preciso instante, ante la mirada cómplice de algunos y la desidia cómoda y cobarde de otros.* Se puede matar el cuerpo, la carne que nos mantiene atados a esta existencia fugaz, mas no se puede matar el alma, esa esencia maravillosa que nos mantiene vivos y que nos libera cuando llega la muerte, regalándonos la vida eterna.
* Podemos matar cientos, miles o millones de “seres intrauterinos”, podemos destrozar sus pequeños cuerpos cortándolos con saña asesina, pero no podemos matar sus almas... Desde el cielo nos miran tristes por no haber abierto nuestras cómodas vidas para recibirlos, por haberlos hallado culpables de un crimen que no cometieron, y por haberlos condenado sin juicio, ni piedad, a una muerte espantosa. Lloran..., y sus lágrimas nos mojan como la lluvia..., pero no hay dónde cobijarse de este diluvio que no nos deja de mojar, porque no moja nuestro cuerpo... moja nuestra alma. No te escondas de sus lágrimas, porque ellos sí conocen la piedad, sí conocen la compasión, y sus lágrimas no son lágrimas de dolor, no son lágrimas de condena..., son lágrimas de perdón, que nos libera y nos limpia.
* La mujer ha recibido un inmenso regalo, que acarrea consigo una inmensa responsabilidad: ser la portadora y la guardiana del milagroso fruto de la vida humana. Destruir o permitir que se destruya este fruto, significa para ella, ir contra su propia naturaleza. ¿Quién se atrevería a blandir orgullosa, la bandera de una supuesta libertad, conseguida a costa de la destrucción de los seres más indefensos del planeta?
* El ser humano se indigna a menudo, cuando se entera que las ballenas siguen siendo masacradas en algún lugar remoto, en algún rincón de nuestro planeta. Mandan lanchas llenas de pacifistas que se interponen a los gigantescos barcos balleneros, como David enfrentándose a Goliat. Importantes periodistas de todo el mundo corren a cubrir esas noticias. Filántropos millonarios fundan organizaciones dedicadas a preservar la vida de éstos y otros maravillosos animales. Sin embargo cuando se trata de la vida humana que crece dentro del vientre de una mujer, miran para otro lado cobardemente, se lavan las manos y no tienen el valor de comprometerse con la vida. ¿Si uno no es capaz de comprometerse con la vida, con qué otra cosa puede hacerlo realmente?
* El los países desarrollados el sistema judicial se basa en un jurado: esto es que quién decide la culpabilidad o inocencia de una persona no es el juez, sinó un jurado compuesto por diez o más personas. Es tanto el valor que el ser humano le da a la vida, que aún cuando se juzga al peor de los asesinos cuya condena en caso de ser hallado culpable, es la muerte, no se quiere dejar en manos de una sola persona la responsabilidad de decidir si éste ser vive o muere. Y son entonces los diez o doce miembros que integran el jurado quienes tienen que tomar ésta decisión por unanimidad... Es decir que si uno sólo de ellos no está convencido de la culpabilidad del acusado no se lo puede condenar. Ninguna persona debería por sí sola, tener poder de decidir sobre la vida de otra. Increíblemente, en el tema del aborto es una sola quién decide la suerte del niño. Una persona que además, por causas sociales o culturales, se encuentra sin la lucidez de pensamiento indispensable como para poder tomar una decisión de esa magnitud: si esa persona que lleva en su vientre vive o muere.
Y, quien podría influir en la decisión, es el mismo verdugo de este aberrante hecho. Una persona o, en algunos “países desarrollados”, un médico, que lucra con la realización de esta práctica abortiva. Mal puede aconsejar a su paciente ocasional sobre la conveniencia y secuelas de un aborto, si su riqueza depende de que sí lo haga...* Cuando hemos tenido la desgracia de ver en un informativo el hallazgo de un bebé, de escasos días de nacido, que muere por haber sido abandonado a su suerte en un terreno baldío, nos indignamos y hasta nos encolerizamos, y emitimos todo tipo de juicios sobre la mala progenitora que fue capaz de dicha acción. Sin embargo no nos mueve un pelo saber que en el mundo, setenta millones de niños, unos meses más jóvenes que ése, son masacrados todos los años.
* Los medios de comunicación visual de todo el mundo, se regodean pasando imágenes de personas torturadas o ejecutadas, de cuerpos destrozados o calcinados, sin vida, a causa de terribles accidentes o enfrentamientos bélicos sin sentido, y sin embargo cuando se trata de mostrar el producto de un aborto se rasgan las vestiduras enarbolando la bandera de la sensibilidad, evitando su difusión y tratando de ocultar de forma cómplice, la realidad: de que ese ser a quién se insiste en llamar feto o puñado de células sin vida, es en realidad una persona humana. Un ser complejo, que ya tiene sus piernas y sus brazos completamente formados, con sus dedos y sus uñas en ellos. Que ya tiene orejas, ojitos y cejas, que ya puede oír y que seguramente gritó por su vida mientras estaban acabando salvajemente con ella.
* La cría del canguro y el resto de los animales marsópodos vive gran parte de su gestación entrando y saliendo del vientre de su madre, que es como una bolsa que ésta tiene en su barriga. Nadie duda que ese ser sea ya un canguro. Porqué entonces no podemos considerar al ser que está dentro del vientre de su madre como un ser Humano. ¿Es que si no lo vemos no existe para nosotros? ¿Es por eso que se lo considera un niño recién cuando es parido, y antes era sólo un feto?
* El ser humano es el único mamífero que es capaz de destruir a su propia descendencia, contraviniendo sus más profundos instintos. Parecería que en este punto el uso de la razón, cualidad que nos hace superiores al resto de los animales, no hace más que transformarnos en el animal más primitivo de todos...
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro con fines comerciales. Derechos de autor registrados: marzo, 2006.
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