Biblioteca Familiar
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Algunos objetivos de acuerdo con los períodos sensitivos
A) Enseñar a autodominarse
PERÍODO SENSITIVO: 0 A 6 AÑOS
El niño recién nacido responde a estímulos como la luz, el ruido, el frío, la humedad, el calor corporal, el dolor físico o el alimento.Cuando el niño, durante los primeros meses de vida, se siente seguro, tibio, acogido y alimentado en forma adecuada, en un ambiente no estridente, se le está regalando lo que será:
El cimiento de una vida emocionalmente sana.
Algunos autores como Dix Geheln y Gross, hablan de la pobreza o de la deficiencia del instinto en el hombre, afirmando que en comparación con los animales, nuestros instintos se manifiestan notoriamente débiles; sin embargo, en la pobreza el instinto reside precisamente la increíble superioridad humana. Éste es el reto que le ha planteado la naturaleza: emprender, a partir de la libertad y desde la base de la herencia, aprovechando los períodos sensitivos, la construcción del propio destino con la ayuda de los padres, la cual es más necesaria durante los primeros años de vida.
Aprovechar los períodos sensitivos e intensificar el impulso del instinto equivale a:
Minimizar el esfuerzo del aprendizaje.
El animal está totalmente definido por el instinto, de modo que no necesita de nadie que le indique lo que puede hacerle daño o lo que le conviene como alimento. En cambio, en el hombre el instinto es solamente un impulso que, con la conducción de la conciencia, logra descubrir cuándo y cómo aprovechar ese instinto, ordenándole para no permitir que lo destruya.
La experiencia demuestra que ni el instinto ni la conciencia, sin la luz de la educación, bastan al hombre para alcanzar su plenitud. Por ello es cada vez más urgente el apoyo de la educación, entendida ésta como:
Un proceso gradual de responsabilización creciente, frente al protagonismo de la propia vida, para alcanzar la felicidad.
Para el niño es una necesidad hacer las cosas por sí mismo, hacer cada vez más cosas y de modo más perfecto, superar los obstáculos de acuerdo con su capacidad y hacer lo que piensa que es un deber.
El autodominio en esta etapa vital del niño está relacionado con la habilidad motriz que posee; por eso la maduración de sus posibilidades psicomotrices y del lenguaje desempeñan un importante papel.
El desarrollo normal de un niño depende en parte del desarrollo de su sistema nervioso y, más concretamente, del cerebro.
Durante los primeros tres años de vida debe desarrollar destrezas que requieren oportunidades disciplinadas, ordenadas en el tiempo, repetidas y proyectadas dentro de un proceso e integradas en secuencia de dificultad creciente.
Esas habilidades deben ser impulsadas a tiempo; entre ellas se encuentran:
1. El movimiento.
2. La vista.
3. El equilibrio.
4. El lenguaje, etc.B) Enseñar a querer
Período sensitivo: 6 A 11 años
Las dificultades crecientes para obtener los medios que nos garanticen una vida decorosa han hecho que polaricemos la acción educativa más hacia la erudición que hacia la búsqueda de la verdad para poder vivir de acuerdo con ésta. Procurar a nuestros hijos los conocimientos que pueden asegurarles una posición más rentable en la vida ha hecho que se descuiden las cuestiones más necesarias para saber vivir: el sentido del amor y de la sexualidad humana, el sentido del dolor, el sentido del trabajo y la fatiga, y el sentido de la muerte. Cuando descuidamos estos asuntos (que no se enseñan en ninguna institución docente) la afectividad se convierte en un tirano que se va llenando de deseos y, en consecuencia, de frustraciones sin sentido.Educar la afectividad es enseñar a querer, es enseñar a poner el corazón en aquello que vale la pena, es enseñar a pensar cordialmente. Al ser primordiales en este período sensitivo, estas cuestiones no excluyen de ninguna manera a las demás: sólo exigen una mayor atención. Durante todo el proceso educativo estamos enseñando a nuestros hijos a querer, a servir y a pensar; pero cada uno de estos fines necesita, durante un tiempo determinado un apoyo especial.
Enseñar a querer es:
1. Enseñar a afrontar positivamente las inevitables contrariedades de la vida.
2. Cultivar la finura y la sensibilidad ante la grandeza, la belleza y el arte.
3. Dejar que el espíritu se conmueva ante el dolor ajeno, para que la voluntad responda ante las necesidades de los demás.
Es hoy una enfermedad progresiva en nuestra sociedad la dureza, la indiferencia, la indolencia, la pasividad y la apatía, que poco a poco degeneran en agresividad y repulsa hacia todo lo que contraría y estorba a la propia comodidad.C) Enseñar a servir
Período sensitivo: 11 A 15 años
Si la etapa anterior se orientaba decididamente hacia lo vivencial y lo emotivo, ahora, en esta etapa, los muchachos pretenden reafirmar su autonomía estrenando su intimidad recién descubierta. Aparece así una segunda edad de la obstinación.El adolescente detesta los largos discursos y los razonamientos:
Necesita razones convincentes, breves y discretas.
Inducir al adolescente hacia una vida de servicio generoso (sobre todo cuando en la etapa anterior no fue plenamente alcanzado el objetivo educativo de enseñar a servir) resulta todo un reto. Sin embargo, enseñar a servir es una meta posible.
La edad de la fantasía y de los ideales
El adolescente realiza por medio de su fantasía un verdadero sondeo del futuro: examina y experimenta mil posibilidades, escudriña sus anhelos, pasa lista a sus amigos y calibra la autenticidad de los valores que le han inculcado los adultos.
Este nuevo período sensitivo predispone al adolescente a captar los valores: toda la simbología espiritual, sostenida antes por lo emotivo, reclama ahora sus fundamentos y sus conceptos: los principios éticos tienen que exponer sus razones, el cariño reclama la justicia; la ciencia y el arte requieren el prestigio de sus exponentes; desprecia la mediocridad (quizá sea ésta la principal razón por la que experimenta un secreto desprecio de sí mismo); ama la coherencia y manifiesta su rechazo a los adultos incoherentes comportándose de modo grotesco y burlón; le preocupa el futuro, la patria y la suerte del mundo; se sueña paladín o libertador, pero si encuentra en torno suyo un ambiente de frivolidad y de capricho decide pronto abandonar las armas; el bien común, la justicia y la paz, si no encuentran un cauce accesible y objetivo, le parecerán muy pronto meras utopías. Sólo el poder iluminador de los valores vividos es capaz de moverlo hacia una vida de servicio a los demás.
D) Enseñar a pensar
Período sensitivo: 15 A 18 años
Nunca como ahora la concepción de la realidad ha estado tan teñida de relativismo. La conducta humana se ha desvinculado de su fin y, para la gran mayoría, el impulso de los actos humanos son el placer y los bienes utilitarios.Bombardeado de imágenes y con los sentidos exaltados hasta la saturación, el hombre de hoy corre el peligro de quedar atrapado por una fuerza que lo aleja de su núcleo vital; lejos de sí mismo, naufraga en la angustia y en el vacío existencial, sin encontrar respuesta a las más fundamentales interrogantes humanas: ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Cómo debo ser? Lo que quiero y debo ser, ¿queda actualizado en lo que hago? ¿Lo que quiero coincide con lo que debo ser?
Estas cuestiones, que sólo se plantea el hombre que tiene acceso al silencio interior, se presentan durante el período sensitivo que tiene lugar alrededor de los 15 años. La conciencia exige entonces una respuesta segura a su vehemente deseo de encontrar la verdad.
El hombre ha de encontrar primero la verdad sobre su ser individual, racional y libre.
Alcanzar la felicidad no es simplemente cuestión de suerte, salud o riqueza. Conocer la verdad para poder obrar bien es encontrar el camino que conduce a la plenitud humana, y esto no lo da ni la erudición ni la ciencia.
La racionalidad del ser humano es la base de su gran dignidad; pero ser racional y saber usar del raciocinio son dos cosas distintas.
Para enseñar a pensar es necesario:
1. Formar el criterio para poder contemplar la vida desde la cima de una sana postura que dé unidad a un conjunto de verdades a diferentes niveles: técnico, científico, artístico, moral y social, y en el marco de una filosofía que le permita al hombre vivir de acuerdo con su dignidad.
2. Educar la capacidad de enjuiciar los grandes sistemas filosóficos, los problemas políticos, económicos y sociales desde una perspectiva moral que permita distinguir entre el error y la verdad, con objeto de poder liberarse de las diferentes manipulaciones ideológicas.
3. Enseñar a analizar, a profundizar y a argumentar con razones sobre aquellas cuestiones vitales en las que se juega la felicidad.
4. Encauzar la crítica hacia una actuación positiva.