Biblioteca Familiar
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Qué es enamorarse
Las etapas del amor
A la hora prevista Romina y José se reúnen en la cafetería de la facultad de Omar, su profesor de antropología. Es propio de la vida universitaria que maestro y estudiantes continúen la labor de enseñar y aprender, a través de consultas y charlas realizadas fuera del ámbito físico del aula. Aprender es entender y enseñar es ayudar a entender. A través del diálogo, Romina y José, novios desde hace un año, quieren profundizar algunas cuestiones referidas al amor entre varón y mujer que fueron tratadas en clase, siguiendo al destacado especialista español Pedro Juan Viladrich. Su inquietud es importante, porque ciertamente les permitirá vivir su noviazgo con más aciertos y menos errores.
Romina y José: ¿Enamoramiento es sinónimo de amor?
Omar: El enamoramiento es el momento inicial, la primera fase del proceso natural de desarrollo del amor entre varón y mujer. Sin embargo, no se puede identificar con todo ese proceso. Algo así como la infancia y la adolescencia no constituye todo el proceso biográfico o de vida de una persona, sino sólo dos fases de su desarrollo.
Romina y José: ¿Hay entonces otras fases o etapas del amor?
Omar: Un proceso natural completo de amor entre varón y mujer tienen tres etapas naturales: la primera es la del encuentro o enamoramiento; la segunda es la prueba o noviazgo; y la tercera, la unión y la comunidad. A veces cuesta distinguirlas en la práctica. Para ingresar a un proceso amoroso es necesario estar predispuesto, lo que es común a chicos y chicas en la adolescencia. Se encuentra en esta actitud quien "todavía no ama a nadie pero quiere amar y ser amado". Estar predispuesto es lo que permite enamorarse, ya que los predispuestos acuden a los lugares donde saben que encontrarán a otros predispuestos (por ejemplo, las discotecas) y se visten, peinan, miran y actúan como predispuestos.
Romina y José: ¿Qué es enamorarse?Omar: El enamoramiento se produce con el encuentro de dos predispuestos entre los que existe una sintonía física y espiritual. Es el conocido "flechazo" que se manifiesta en sus protagonistas a través de varios signos muy concretos.
Romina y José: ¿Cómo saber si se está enamorado? ¿Cuáles son sus señales?Omar: En primer lugar, se suspende la predisposición. Los enamorados dejan de tener interés por salir y conocer a otros chicos y chicas, ya que quien los flechó atrae totalmente su atención: tanto que sabemos por experiencia cuánto cuesta no distraerse al estudiar o trabajar. La afectividad se concentra: "quiero estar sólo con vos" (permanencia). Finalmente, los enamorados recrean todas las cosas haciéndolas únicas e irrepetibles. Una canción, un banco de plaza o un árbol se transforman en: "nuestra canción", "nuestro banco", "nuestro árbol". Por eso, otra señal del enamoramiento es la fecundidad, en el sentido de que los enamorados dan nueva vida a sus cosas. La máxima expresión de esa fecundidad, en una fase ulterior del desarrollo amoroso será el hijo, que constituye una novedad de tipo personal. La suspensión de la predisposición, la exclusividad, la permanencia y la fecundidad, son pues los signos o señales del enamoramiento. Por lo tanto, como expresa el profesor Viladrich, "si me dice que me quiere, pero no está nunca conmigo, o sólo a ratos...; si estamos siempre juntos, pero nunca solos...; si confía su intimidad a mucho/as...; si sólo quiere horas de mi pero no mi vida...; si ocurre todo esto, estamos ante una fase de enamoramiento extremadamente pobre, que debe servir de llamado de atención para decidir o no el avance a otras fases del fenómeno amoroso".
Romina y José: Pero, ¿el amor no es ciego?Omar: Para responder esta pregunta clave es preciso distinguir dos aspectos del fenómeno del amor. De una parte "el aspecto activo", que consiste en tender a hacer realidad el bien de la persona amada con decisiones y acciones a través de la intervención de la inteligencia y la voluntad; de otra "el aspecto pasivo", la atracción y el sentimiento, es decir la reacción de los sentidos y emociones a los estímulos provocados por el otro/a, que es especialmente preponderante en la fase de encuentro o enamoramiento. En el 90% de lo que hoy se escribe, se canta, se filma o se habla acerca del amor, se reduce a su aspecto pasivo, que es esencial, pero que no lo agota. Esto explica la fragilidad de muchos matrimonios y parejas, que en realidad no van de amor en amor, sino de enamoramiento en enamoramiento, Más que amar plenamente a una persona, aman la sensación de estar enamorados. El sentimiento se desgasta si no se lo estimula. Y cultivar el sentimiento exige actos de amor voluntario (ayuda, respeto, comunicación, atención, disponibilidad, reconocimiento, promoción, interés, cariño, etc.). Si hablamos de la fase inicial del encuentro o enamoramiento, puede decirse que el amor es "ciego" porque, como antes se destacó, existe un predominio del sentimiento (pasividad) y poca intervención de la voluntad. Se idealiza al otro/a. El amor de enamoramiento no distingue ni valora al otro por sí mismo. Por eso, desde sus tendencias naturales (quiero estar "sólo y siempre con vos") puede invitar al joven a realizar actos propios de una fase posterior del proceso amoroso. Incluso, puede invitar a constituir una unión o una relación de convivencia con gran riesgo de fracaso, por falta de conocimiento recíproco real y de mutuo entendimiento de sus protagonistas.
Romina y José: ¿Tiene entonces sentido el noviazgo?
Omar: Así es. Lo que decíamos permite afirmar que existe otra fase natural del amor: la prueba o noviazgo. Es una etapa fundamental para conocer realmente a la persona de la cual alguien se enamora. El entendimiento o desentendimiento en temas fundamentales (hijos que se quieren tener, valores educativos, ejercicio de la vocación profesional, relación con las familias políticas, relaciones sociales, vida religiosa, lugar de residencia, presupuesto económico, pasarla bien juntos). Le sirve al chico o a la chica para visualizar si será posible o, por el contrario, si será muy difícil o imposible vivir "sólo" y "siempre" con la persona que ama. Aquel mito tan común "voy a cambiar lo que no me gusta de él/ella" es falso. ¡Cuántas crisis familiares -con su consiguiente dolor y graves efectos personales y patrimoniales- podrían evitarse si en la selección amorosa interviniera no sólo el corazón sino también la cabeza!
Romina y José: No es infrecuente que, durante el noviazgo, se opte por la convivencia a prueba y por las relaciones sexuales...Omar: Hay un momento, que varía según la historia y edad de cada pareja, en que, desde la libertad, caben dos opciones frente a la realidad pasivamente sentida y activamente valorada de "querer estar sólo y siempre con el otro/a". Una opción es, sin duda, iniciar una relación de convivencia de hecho. Pero ¿hasta cuando? Hasta que ya no se lo desee. Es una relación de amor precaria y de entrega parcial donde, además, generalmente faltan los hijos. Otra posibilidad, es avanzar hacia la tercer fase del proceso amoroso; la unión. Esto exige hacer un acto de amor voluntario que concrete, no en forma simbólica sino real, las tendencias auténticas y naturales del sentimiento que llevan al sólo y al siempre juntos. Este acto es la entrega comprometida de sí mismo en tanto varón o mujer. Pro indica futuro. Com-pro-meter significa meterse en el futuro con el otro/a. Así, a través de la entrega comprometida de la total masculinidad y feminidad de sus personas, los que se aman se entregan recíproca y totalmente como varón y como mujer (lo cual incluye la paternidad y maternidad como una de sus potencialidades). Ni más ni menos que esto es casarse, lo cual implica un acto de amor pleno, y no el mito de los meros papeles, una ceremonia legal o religiosa, una construcción cultural, o una formalidad desconectada del sentimiento y la sexualidad reales. Desde este punto de vista, hablar de "matrimonio a prueba" es un contrasentido, ya que no se puede probar una entrega "total" a través de una entrega "parcial". No es una prueba del matrimonio, es una prueba de otra cosa. En cuanto a las relaciones sexuales fruto de la atracción física y también espiritual, es preciso distinguir el impulso por tenerlas, que es obviamente natural y propio de este amor, del hecho de tenerlas efectivamente, lo cual se revela inoportuno en las fases de enamoramiento y noviazgo. En efecto, sin perjuicio del riesgo de jugar con la vida de un tercero/a -ya que no hay un método anticonceptivo 100% seguro-, la realización óptima de la entrega sexual, requiere, de una parte, de un clima de seguridad, de intimidad y de confidencia, que sólo se dan en plenitud en la fase amorosa de unión y compromiso; de otra, la generosidad en dicha entrega, exige el hábito del dominio de uno mismo, para cuyo entrenamiento sí resulta apropiada la fase de prueba o noviazgo.
Romina y José: Si tuviera que dar una receta para el amor duradero, ¿cuál daría?Omar: Producida la unión a través del matrimonio, se inicia también la fase de la comunidad (como-uno) que se concreta en vivir dos como uno. Los esposos co-deciden, co-munican, com-parten. Es decir, son un único nosotros. ¿Cuál es la clave para lograrlo? Cuando los cónyuges se empeñan recíprocamente en hacerse la vida agradable a través de las pequeñas cosas cotidianas, hay armonía. Si la actitud es, por el contrario, esperar todo del otro/a, estamos en el principio del fin. Para los creyentes, a esta clave se suma la de contar con Dios, de quien esperan recibir lo que le puede faltar -involuntariamente- al esfuerzo del amor voluntario.