Biblioteca Familiar
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La familia como centro de intimidad y de apertura
Esquema de apoyo didáctico
El hombre es un ser que posee intimidad. Su capacidad de conocer y de querer lo proyectan al infinito.
El dinamismo y la riqueza de su participación social dependerán del cultivo de su intimidad.
Organización familiar
Algunas aclaracionesLa organización familiar es un medio y no un fin. Por eso debemos pensar, en primer lugar, qué es lo que perseguimos con ella. Cada familia definirá estos objetivos de distinta forma, pero uno de ellos será seguramente el de conseguir una familia unida y feliz.
No pretendemos demorarnos exponiendo los matices de estas dos palabras, "unida" y "feliz"; pero convendría tener en cuenta que la unidad se obtendrá mediante la identificación de los miembros de la familia con la manera de entender la vida y, en particular, su propio grupo familiar. El estilo que adopte la familia será el resultado del modo habitual de comportarse de las personas que más influyen en ella -generalmente los padres- ante las distintas situaciones que se presenten.
Para lograr la unión, cada miembro de la familia tendrá en cuenta en sus actos y en sus pensamientos, el bien de los demás. De algún modo adaptará sus intereses personales e incluso llegará, en ocasiones, a sacrificarlos en pro de la unidad familiar. Porque no se trata de obtener de la familia todo lo que se pueda para la propia satisfacción, sino de dar cuanto sea posible y de recibir lo que se necesita: la familia será feliz si cada uno de sus miembros es feliz. Es responsabilidad de todos perseguir ese objetivo.
En este sentido, es conveniente recalcar la igualdad de derechos y de oportunidades, tanto para los hombres como para las mujeres.
No es lícito abusar de la mujer (madre e hijas) en el trabajo doméstico y en el servicio a los varones.
Padre, madre, hijos e hijas deben cooperar de manera conjunta en la organización de la vida familiar y en el trabajo del hogar.
Si queda claramente establecido que cada miembro de la familia depende delos demás y es responsable de ellos, entonces es indudable que la organización resulta indispensable con el fin de que las relaciones mencionadas de dependencia y de responsabilidad transcurran por sus cauces naturales de desarrollo.
Cómo debe ser la organización familiar
A veces la palabra "organización" no se considera adecuada para referirse a la familia, ya que ésta se considera como una unidad espontánea de amor. De donde resulta la tendencia a concebir el hogar como un ambiente natural.
Sin embargo, esta última palabra no se entiende correctamente, por cuanto no significa que cada quien puede hacer lo que quiera. Lo natural de la familia consiste en que cada uno de sus miembros puede y debe mejorar como persona en sus relaciones con los demás, de modo que la familia, como tal, mejore a su vez. De lo contrario, el grupo familiar pierde muchas posibilidades, se desvirtúa y, en el mejor de los casos, se producen mejoras meramente azarosas.
La familia busca la mejora de los miembros que la conforman, aunque es una unidad espontánea de amor; debe tener una cierta organización en su educación, por muy informal que sea. Por su parte, la escuela lo hace mediante la organización de las materias de estudio, horarios y programas. La familia se desarrolla en todas sus vivencias humanas. Sin duda, hace falta un ambiente de amor, de alegría y de espontaneidad.
Por lo que hasta aquí hemos dicho, debe quedar claro que para alcanzar cualquier objetivo de mejoría en la familia hace falta ponerse de acuerdo sobre lo que se quiere mejorar.
La organización a la que nos referimos apunta únicamente a lo imprescindible; una vez alcanzado este nivel, se facilita y se motiva el desarrollo personal en todo lo que es optativo.
- Cada familia es diferente, por lo que, según su modo de ser, necesitará de un tipo de organización distinto.
- No existe una organización ideal; ésta debe ser el resultado de las experiencias de la vida. Es decir, cuando el tipo de vida de cada familia muestra que hace falta un medio organizativo, éste se pone en práctica en respuesta a esa necesidad, no antes.
- Hay muchos medios para organizar una familia. Debemos conocer los objetivos que perseguimos, las personas con las que contamos, los recursos materiales y los distintos medios organizativos antes de decidir qué es lo que hace falta a una determinada familia. De todas formas, convendría reflexionar más sobre lo que es un mínimo de organización.
El mínimo normativo
El mínimo normativo se refiere a lo menos que cabe pedir para que una organización funcione y logre sus fines. Se puede pensar en el mínimo normativo como el conjunto de requisitos que se le pueden exigir a una persona en el desempeño de sus tareas. Éstas serán diferentes, seguramente, para cada miembro de la familia, y estarán en función de las necesidades de todos y de las posibilidades del individuo.
Las tareas, como acontece con todo medio, estarán subordinadas a un objetivo general. En este caso, la meta que se persigue es conseguir que cada persona se autorrealice cuanto sea posible, contando con sus cualidades y su capacidad para servir a los demás.
Quien ha aprendido a aprender estará en condiciones de responsabilizarse de su propia vida: ésta es la misión de los padres respecto a sus hijos.
Para concretar el mínimo normativo, en la práctica podemos dividir la vida diaria en distintos sectores. Algunas de estas áreas se referirán principalmente a las relaciones humanas, en tanto que otras se referirán al adiestramiento. Tomemos como ejemplo las tareas domésticas: cada miembro de la familia tendrá alguna tarea que cumplir; las madres, seguramente, tendrán mayores obligaciones que los demás. Sin embargo, si el ambiente físico (limpieza, orden, etc.) está al servicio de todos, conviene que cada persona aporte algo en este aspecto. Si realizamos tareas educativas y enseñamos a cumplir bien estas tareas, entonces estaremos consiguiendo una serie de objetivos:
1. El adiestramiento necesario para que los hijos logren ser más autónomos después (por ejemplo, asignándoles la tarea de reparar un aparato electrónico).
2. El desarrollo de la capacidad de servir a los demás y, por tanto, de ser una familia unida.
3. Saber realizar un trabajo bien hecho, etc.Otra área será la correspondiente al dinero. Aquí, nuestro objetivo puede ser, por ejemplo, que los muchachos aprendan a ganar, a gastar y a ahorrar el dinero. En cada momento y con cada uno de los miembros de la familia se establecerá un mínimo normativo. Se entiende que en este renglón los niños menores estarán sometidos a una mayor normatividad que los adolescentes, quienes tendrán al respecto mayor autonomía. Sin embargo, en un niño pequeño la normatividad se aplicará a un número menor de tareas; por ejemplo, a los trabajos que sus maestros le piden que haga en casa.
Las reglas del juego que se establezcan serán pocas: las imprescindibles para conseguir los objetivos propuestos. Éstos incluirán, ser una familia unida y feliz. Por lo mismo, se entiende que una parte de ese mínimo normativo no se modificará considerablemente debido a las diferentes edades de los hijos. Por ejemplo, todos deben llegar a comer a la hora prevista o preparar su propia comida; todos limpiarán sus propios zapatos; todos avisarán en caso de no poder regresar a casa a la hora prevista, etc.
Que los hijos acepten y cumplan con estas normas dependerá principalmente del modo de establecerlas y de exigírselas.
Proyecto familiar
"No es ésta la familia que yo soñaba, la familia que yo quería", decía una madre, pesarosa, en su consulta a un orientador familiar. Ella había forjado un proyecto de familia, pero su realización concreta, veintitantos años después, no coincidía, ni de lejos, con el acariciado proyecto.
Muchas veces el padre o la madre tendrán que elaborar su proyecto prescindiendo del otro, pero aún así si ha de formular cierto plan de vida familiar.
En un noviazgo bien fundado, que incluya conversaciones a fondo, en las que se examinen uno a uno los respectivos enfoques de la vida, se podría diseñar un proyecto familiar común, que tomara en cuenta lo fundamental con objeto de prevenir los casos de cónyuges (con los que se encuentra a menudo el orientador familiar en su consulta) con proyectos totalmente opuestos o contradictorios. En todo caso, los cónyuges, y luego los padres, necesitan forjar proyectos a la manera de arbolitos de futuro, que hunden sus raíces en los mejores recuerdos.
Proyectos comunes
En los proyectos comunes no se improvisa. Los planes han de ser previamente analizados, elegidos y queridos. También habrá que seleccionar los medios para realizarlos.
Los padres influyen no sólo en el éxito del proyecto familiar, ellos son, asimismo, los primeros responsables de su ejecución.
En alguna ocasión hemos escuchado a algún conferenciante decir a los padres: "Ustedes tienen la familia que merecen".
Otras veces, más acertadamente, les decía lo mismo, pero referido al futuro: "Ustedes, tendrán la familia que merezcan".
Semejante afirmación no es estrictamente verdadera, porque otros factores ajenos a la voluntad de los padres influyen vigorosa y negativamente en la conducta de los hijos, además de los familiares, amigos y maestros que son los segundos responsables, e incluso los segundos educadores de los niños y los jóvenes.
La familia es educadora porque los padres son la influencia más poderosa para sus hijos.
Los padres, si quieren, pueden influir mucho siempre que no pretendan hacerlo todo y siempre que no sean unos padres satisfechos por lo que tienen, por lo que hacen o por lo que son, en lugar de ser padres optimistas que buscan incansablemente la superación.
Antes de fundar una familia, los novios deberían pensar en la complementariedad cultural; la que corresponde a ellos dos, que será la de sus futuros hijos, y en la que se fusionarán sus respectivas raíces familiares. Más adelante decidirán lo que quieran, pero antes deben sopesar estas cuestiones.
No basta con haber soñado ni con haber pensado muy bien el proyecto familiar antes de casarse, o aún después, porque las mejores ideas necesitan del amor para tener vida. Todavía más: las mejores ideas necesitan un clima vital para realizarse, para encarnarse en los hechos.
El proyecto familiar se realizará bajo la dirección de los padres, tomando en cuenta lo mejor de cada hijo, por lo que es importante que los enseñen a ser buenos hijos, lo que se llama "educación de la filiación". Así pues, es necesario extraer de cada hijo las mejores cualidades con las que está dotado, por medio de unas óptimas relaciones humanas.
Todo ello requiere un largo entrenamiento personal y un buen conocimiento de las leyes del ser humano. Hay que descubrir cómo y porqué los hijos están a gusto en su casa. La buena convivencia y el trabajo bien ejecutado constituyen puntos prioritarios que los padres deben también considerar.
Relaciones familiares
El quehacer de los padres, en su calidad de primeros responsables de su familia, todo debe girar en torno al siguiente objetivo.
Conseguir unas óptimas relaciones familiares
Estas relaciones óptimas no se logran simplemente mediante el bienestar, hablando mucho o facilitándoles las cosas a los hijos barriéndoles la calle de la vida para que puedan transitar por ella sin tropiezo.
Antes bien, esas relaciones se apoyarán en:
1. Una convivencia familiar consistente.
2. Un trabajo bien hecho, con disposición de servicio.
3. Una cultura familiar.Esta cultura, no se consigue sólo con buenos apoyos literarios y artísticos, aunque es muy conveniente:
- Tener buenos libros en el hogar (libros para los padres, libros para los hijos, lecturas comunes, libros de consulta)
- Saber decorar la casa, escuchar buena música, etc.
La confianza es una manera de comunicarles a los demás que ocupan un lugar destacada como seres humanos íntegros, no como piezas aisladas. La intimidad es aquel espacio en el que uno se siente suficientemente protegido por la comprensión y por el respeto para actuar con naturalidad, para manifestar lo mejor de sí mismo.
Educación
El orientador familiar se ocupa, fundamentalmente, de las funciones educativas de la familia y de asesorar personalmente a quienes integran a ésta para que colaboren, con libertad responsable, en el cumplimiento de esas funciones. Esas funciones educativas de la familia no se agotan en la dimensión personal: tienen también una dimensión social porque la familia es la célula natural de la sociedad. La familia, considerada desde la perspectiva de la educación, es una institución fundamental.
Al parecer nunca se ha hablado tanto de la educación como en estos tiempos. Por esta razón, se multiplican las teorías pedagógicas; se inventan, se proponen y se discuten los métodos y los medios, no sólo con el fin de facilitar la educación, sino, además, para crear una nueva pedagogía de infalible eficacia.
La educación y la felicidad son cuestiones íntimamente relacionadas.
En primer lugar, interesa no errar en materia de felicidad porque entonces perderíamos el sentido de la educación. Por ejemplo, ¿qué pueden significar la acción y el proceso educativos si su objetivo indiscutible (la felicidad) se reduce a la felicidad material, a la felicidad placentera?
En segundo lugar, ¿cuál es el cauce más apropiado para el logro de esa felicidad a la que aspira el hombre mediante la acción educativa?
Estas interrogantes ponen de relieve la importancia de acertar en materia de educación. La verdadera educación supone la formación de la persona en orden a su bien y al de la sociedad.
El cauce más apropiado para lograr la felicidad mediante la educación es la familia, porque las personas que la integran están unidas originalmente por lazos de amor.
Centro de la intimidad
La familia es un conjunto de intimidades unidas por el lazo del amor familiar. De la convivencia familiar surgen el crecimiento individual y el enriquecimiento personal.
Las relaciones familiares nacen del amor y el origen del amor es el corazón. Hay una estrecha relación entre corazón, amor, intimidad y relaciones familiares, la cual surge en forma natural. Por esto:
La familia es una institución natural. No es, pues, un invento social, artificial. Si así fuera, hace tiempo que habría sido sustituida por otros inventos sociales más prácticos, de acuerdo con las ideas predominantes en un momento dado.
La familia hace posible que el ser humano disfrute de algunos derechos esenciales:
1. El derecho a la vida, a nacer.
2. El derecho a la educación, a crecer.
3. El derecho al progreso.En definitiva, la familia resguarda y fomenta el derecho a desarrollarse como persona.
No basta ser y aprender a ser persona. El hombre también necesita ser reconocido como persona.
No es en la superficialidad donde el ser humano se distingue de sus semejantes, sino en la intimidad: el hombre vale lo que vale su intimidad.
Descubrirse a sí mismo en la dimensión personal requiere conocer cada vez mejor la propia intimidad. Descubrirse a los demás en esta misma dimensión implica ser capaz de comunicar la intimidad a otros.
Ambas cosas resultan más fáciles en el clima natural de la intimidad que es la familia. Ello se debe a que "en el ámbito de esa gestación de segundo orden -comparando el claustro familiar con el claustro materno- lo biológico se hace biográfico.
La familia es, por tanto, un centro de intimidad.
La familia es el modelo de convivencia del ser humano porque en ella se comprende y se quiere, de modo natural al hombre como persona.
Como centro de intimidad, en la familia coinciden libertad y naturaleza porque ella facilita las acciones libres de quienes la integran. Pero si en una familia determinada falta esa referencia personal en las relaciones entre los cónyuges, entre padres e hijos, o entre hermanos, esas relaciones se desnaturalizan: no son más propiamente familiares.
Ese concurso de libertad responsable debe traducirse en una serie de objetivos educativos que cada familia concreta fijará en cada caso como su centro de intimidad. Los principales responsables deben esforzarse en promover la intimidad en la familia. ¿Cómo?
Los padres necesitan preguntarse a sí mismos: ¿Nuestra vivienda favorece la intimidad? Las costumbres que vivimos, ¿son costumbres propias o son costumbres de moda? ¿Propiciamos un diálogo amistoso y de confianza? ¿Desarrollamos un estilo personal?
Cuando se responde negativamente a las preguntas anteriores, entonces, en esa familia se corre el riesgo de referir las cuestiones íntimas a cualquier persona, sin criterio selectivo, de modo que la intimidad viene a formar parte del dominio público.
Esto se traduce también en el lenguaje. El lenguaje de moda a veces es inexpresivo, repetitivo, y nada tiene que ver con la intimidad. También tienen que preocuparse de esto los responsables de la educación: se procurará fomentar las pláticas amistosas y frecuentes con los hijos (en grupo y en privado), con el fin de que ellos sepan con claridad lo que piensan.
Centro de apertura
Por medio de lo anterior procuramos señalar que la familia no puede ignorar el ambiente que la rodea ni puede dejar que la influencia del entorno anule su labor educativa.
En un estudio sobre la familia, realizado en Francia y publicado en 1975 por el Comisariado del Plan de Desarrollo, se dice: "La familia, fuertemente sacudida por el choque del futuro, se nos muestra, dentro de este mundo incierto y cambiante, como el último refugio de la verdadera convivencia."
Pero habría que decir que la familia no es un refugio, sino un lugar desde el que se puede, mediante la acción educativa, mejorar este mundo incierto y cambiante, porque a la familia le corresponde el privilegio de seguir siendo el ámbito natural del amor y, por tanto, el lugar original de la educación. La familia no es un refugio: es una escuela de irradiación de virtudes sociales.
También se ha calificado a la familia como "un islote privilegiado dentro de una sociedad personalizada". Es evidente que el privilegio del islote familiar tiene que servir para transformar esa sociedad despersonalizada en una sociedad educativa, en una sociedad humanizada.
Es una aspiración (un "objetivo tendencia") construir una sociedad totalmente personalizada. Debemos intentarlo con perseverancia revitalizando la célula básica de la sociedad -la célula familiar- para que ésta supere los condicionamientos actuales y haga posible la aceptación incondicional de las personas en las relaciones sociales y profesionales, de modo que se puedan armonizar en cualquier situación de colaboración o de convivencia social la exigencia y la comprensión, la confianza y el respeto, la eficacia y la amistad.
La meta es ambiciosa, para realizarse a largo plazo y en el inmenso ámbito de la sociedad. Pero, si consideramos el valor de cada persona, y sus posibilidades, las metas respecto a su apertura educativa y educadora tienen que ser aún más ambiciosas.
Sin intimidad no hay posibilidad de apertura, pero sin esta última el individuo no se forma, el ser humano no crece. "La realidad fundamental de la educación es ese diálogo privilegiado en el curso del cual se afrontan y confrontan dos hombres de desigual madurez, en el que cada uno, a su manera, delante del otro, da testimonio de las posibilidades humanas". Esos dos seres humanos de desigual madurez realizan la tarea de educarse, porque el educador también se educa, se supera, crece y se perfecciona al educar. Puede tratarse de una relación de padre e hijo, de profesor y alumno, o de amigos.
La libertad, esa energía interior que nos permite abrirnos por medio de la actividad y de la relación, y cuya finalidad es el servicio cualificado por el verdadero amor, la libertad, decíamos, es justamente la que hace posible la educación. Y la libertad es la característica fundamental de la persona. Debido precisamente a que ésta es libre, es diferente. Siempre habrá diferencias entre las diversas realizaciones personales de la madurez humana. Nunca coinciden en dos personas sus zonas más desarrolladas, sus diferencias de calidad humana ni sus puntos fuertes, porque cada uno, de manera irrepetible, posee su don y su misterio.
El privilegio del diálogo educativo consiste en la amistad, por cuanto ésta hace posible la comunicación íntima de personas diferentes y de sus diferencias complementarias.
¿Cómo se cultiva la intimidad familiar? Por el diálogo.
¿Y cómo abrir el diálogo? Por medio de una pregunta inteligente.
Los padres y los maestros han de ser "maestros" de la pregunta y no tanto de las respuestas, aunque también deben saber responder.
El método a seguir es el mismo empleado en la metodología participativa, que no es sino el que utilizaba Sócrates con sus discípulos: preguntar.
Ello quiere decir que los padres de familia necesitarán preguntarse, en cada caso, cómo hacer de su familia un centro de apertura con el cultivo de la amistad (amigos de los padres, amigos de los hijos); cómo favorecer el propio hogar y las propias costumbres familiares mediante el cultivo de la amistad; cómo ampliar el círculo de la amistar sin que ello se traduzca en una merma de la calidad de las relaciones; cómo influye el ejemplo de los propios padres en esa dimensión de amistad y de servicio social, etc.
Por otra parte, el tipo de objetivos que se han propuesto conseguir en la educación de cada hijo puede ser un indicador muy valioso.
Posibles objetivos en cuanto al desarrollo de la intimidad y de la apertura
1. Cultivo de la intimidad:
a) Enseñar a pensar.
b) Enseñar a observar.
c) Fomentar las buenas lecturas, el estudio y la reflexión.
d) Cuidar el respeto hacia uno mismo y hacia los demás.
e) Enriquecer las conversaciones familiares.
f) Huir de la frivolidad o la superficialidad.
g) Combatir la mediocridad y el aburrimiento.
h) Cuidar la calidad del tiempo en familia.
i) Fomentar el diálogo amistoso.
j) Formar criterios rectos y verdaderos.
k) Conservar costumbres y tradiciones.2. Cultivo de la apertura.
a) Ayudar a una correcta expresión oral y escrita.
b) Cultivar la amistad.
c) Participar en actividades comunitarias o de promoción social.
d) Respetar otros puntos de vista.
e) Manifestar la propia opinión participando en medios de comunicación social.
f) Ser parte de la solución de los problemas, no sólo de su planteamiento.La familia, como cauce natural de estas actividades facilita la promoción de la intimidad y de la apertura. Pero la realización concreta de estas últimas es tarea de seres libres. En ellas se trata de hacer uso inteligente y libre de las posibilidades individuales como manifestación cotidiana de verdadero amor.