Mi adolescente y la TV

“...El programa es un mamarracho, asique mi ¡NO! es tajante e indiscutible..."
En un mundo lleno de información, donde todo tiene una respuesta, ya no funciona una negativa sin más, como lo hacían con nosotros.

2004-11-24

Convivir con una preadolescente no es fácil. El más mínimo incidente es motivo de discusión y pelea con sus hermanos menores que la irritan profundamente. Se siente incomprendida y, en cierto modo, tiene razón ya que nadie entiende esos cambios de ánimo, esas contestaciones bruscas y su sentido del humor un tanto ácido.

Pero atención, que también ella tiene sus momentos tiernos y suaves, como por ejemplo cuando quiere pedir permiso para ver la última telenovela de adolescentes. Entonces, es una seda, una dulzura, el angelito que era hace unos pocos años. Claro que este momento no dura más que un suspiro, ya que como madre no soporto que vea un programa con niñas de 14 o 15 años que se comportan, hablan y se visten como mujeres de avanzada. Para mí, el programa es un mamarracho, así que mi ¡NO! es tajante e indiscutible. Lógicamente la situación termina con una muestra más de conflicto generacional, la mamá manteniéndose firme en la negativa (aunque dudando mucho por dentro) y la niña sintiéndose la más desgraciada del mundo, porque “soy la única que no lo ve”, “a todas mis amigas las dejan”, “yo nunca puedo hacer nada”, y todas las frases nada originales y que por cierto todos hemos usado en su momento.

Esa era la situación con mi hija, hasta que un día decidí desestructurarme un poco y hacer una prueba: vería el programa con ella, e intentaría descubrir los valores positivos en lugar de destacar siempre lo negativo. Quizás de esa manera podría acercarme más a ella y hacerle comprender mi punto de vista.

Así lo hicimos y mi hija quedó encantada de poder compartir su programa favorito con una mamá con quien se puede dialogar y no con la "señora censura". Como el resultado fue tan bueno, decidí implementar el método cada vez que alguno de mis hijos lo necesitara, y lo más importante fue que descubrí algunas cosas que espero me ayuden con la educación de todos mis hijos:

Cuando los chicos crecen, cada vez es más difícil decirles “NO, porque lo digo yo” sin otra explicación. Y es que ellos viven en un mundo lleno de información, donde todo tiene una respuesta, por lo tanto ya no funciona una negativa sin más, como lo hacían con nosotros.

  1. Con los púberes y adolescentes, es mucho más efectivo acercarlos a nuestro “bando” por el lado positivo, que por el negativo. Esta puede ser una conclusión obvia, pero se necesita ponerla en práctica para comprobar su resultado.
  2. Los programas de televisión no son TODOS malos y la televisión no es la enemiga de la familia. Obviamente, en cada familia habrá programas o canales prohibidos, pero cuando se trata de contenidos que a nuestro entender no son del todo adecuados para los chicos, es mucho más sano compartirlo con ellos, para poder guiarlos. Si no, seguramente la información les llegue por otro lado, sin la posibilidad de una buena guía y de una manera quizás mucho mas nociva para ellos.

La televisión debe ser un instrumento en manos de los padres, quienes sobre la base de valores compartidos, pueden comentar con sus hijos lo malo y lo bueno de cada personaje o situación que se da en el programa. Por lo tanto, no dejemos un instrumento tan valioso en manos de la libre interpretación de nuestros hijos o de sus amigos y tengamos en cuenta que el efecto que la televisión tenga en nuestros hijos dependerá en mucho del uso que le demos.

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