Carta del mes
-
REFLOTANDO LA COMPRENSIÓN
Querida familia:
Nos vemos cotidianamente enfrentados a noticias mundiales, que muchas veces nos llevan a temer por el futuro de la humanidad. Asistimos a guerras; hambre, pobreza, egoísmo, juegos de poder; en pocas palabras se puede sintetizar en falta de valores como la solidaridad y el respeto por el orden natural.
Claro está; temas tan grandes exceden al ámbito familiar y ni que hablar el personal, pero les repercute. Sin embargo en esta oportunidad nos podremos centrar en una palabra, con un contenido muy profundo y difícil al mismo tiempo de llevar a la práctica, que hace superar y crecer al individuo, ayudándolo a encontrar el verdadero camino de la alegría; nos estamos refiriendo al perdón.
El dicho popular “errar es humano y perdonar es divino” nos permite comprender que en la raíz de todos los conflictos interpersonales se encuentra la no aceptación y comprensión del otro. Esperamos muchas veces que las personas que nos rodean actúen correctamente, casi pretendiendo que sean perfectas. Esta expectativa con respecto a los demás, nos conduce a interpretar los errores y defectos de las personas, cómo agresiones personales, como si sus conductas fueran intencionales para molestarnos y agredirnos. Esta es la base de la mayoría de los conflictos que se generan en el vínculo.
Una persona actúa por defecto; el otro se lo toma a mal y para defender su ego contra ataca; convencido que de ésta forma defiende sus derechos. Nos distanciamos así de atributos que hacen a la convivencia, como son la comprensión, tolerancia y solidaridad. Al estar tan convencidos o mejor diríamos enceguecidos en que lo justo es defender el derecho a ser tratados correctamente, nos enojamos o distanciamos de las personas y nos olvidamos que existe el perdón. Si bien es deseable que las personas nos traten de la forma correcta, también es cierto que con frecuencia solemos magnificar el problema y así terminar enemistados.
Perdonar engrandece al ser, ya que quien perdona es porque reconoce que es limitado y también es capaz de cometer errores y ofender a los demás; tolera y comprende al otro y por sobre todas las cosas al tratar de ser manso y humilde, encuentra el camino de la paz interior y alegría.
Perdonando, no vamos a arreglar los grandes problemas del mundo, pero sí podremos transmitir felicidad y alegría a las personas de nuestro entorno y como corolario a nosotros mismos.
¡HASTA LA PROXIMA!