Carta del mes
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LOS NUEVOS DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN
Queridas Familias:
En esta oportunidad nos gustaría reflexionar con ustedes acerca de una herramienta fundamental que debemos aprender como base para un desarrollo cognitivo y emocional saludable y una integración social exitosa. Esta herramienta constituye la capacidad de tolerancia a la frustración y engloba la habilidad de posponer o renunciar a la satisfacción de las propias necesidades y de afrontar con tolerancia y flexibilidad los resultados imprevistos o no deseados, adaptándose eficazmente a los cambios que impone el entorno.
En nuestra sociedad, el materialismo y el consumismo vigentes promueven la búsqueda del placer a través de la satisfacción inmediata de nuestras necesidades. Nos bombardean estímulos que invitan a comprar y contratar bienes y servicios bajo la creencia de que si lo hacemos nos sentiremos más satisfechos y felices. Apuntan a persuadirnos de que un objeto o resultado determinado es una necesidad que debemos satisfacer y que gracias a ello, nos sentiremos mejor con nosotros mismos y más valiosos frente a los demás.
¿Cómo hacemos entonces, para explicarle a nuestros chicos que no necesitan ese juguete que promocionan en la TV o ese celular de última generación que sus compañeros tienen, que no puede comer todos los caramelos que hay en la góndola del supermercado, que no siempre tiene que ganar en todos los juegos y que no tienen que enojarse tanto cuando las cosas no salen cómo ellos quieren?.
Para eso, los padres tenemos dentro de nuestra compleja y ardua labor educativa, una misión especial: enfrentar a nuestros hijos a los límites, tanto los límites propios como los que impone el entorno. Es nuestra responsabilidad capacitar a nuestros hijos, a través del ejemplo y la palabra, a aceptar el no como respuesta y a reconocer que no siempre obtenemos lo que queremos y en el momento que nos gustaría.
Decir que no en el contexto adecuado ayuda a nuestros hijos a conocerse a sí mismos, a discriminar necesidades reales de deseos y a valorarse y respetarse, independientemente de los bienes que adquieran y los resultados que obtengan. Asimismo, enseña a contemplar al otro y respetar sus derechos y necesidades, haciendo posible una integración y adaptación exitosa a los contextos educativos y sociales.
Enseñar a nuestros hijos que no siempre se obtienen los resultados deseados es prepararlos para el futuro, para los desafíos que la vida ofrece en cada etapa y en cada contexto en que se desenvuelven. Como padres, es importante entrenarlos para el éxito y para el fracaso, proveyendo herramientas para afrontar e incluso aprovechar resultados no deseados y consecuencias inesperadas.
Podemos recurrir a diferentes instancias en la vida cotidiana como oportunidad para modelar conductas y actitudes e intercambiar opiniones y creencias con niños y jóvenes, como por ejemplo un juego de mesa, una competencia deportiva, el resultado de una prueba, una entrevista de trabajo, una invitación a una chica para salir. El desenlace puede ser el deseado o no, por lo que es importante que estén preparados para afrontar el fracaso con fortaleza, serenidad y flexibilidad.
Esta capacidad habilita la posibilidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes e imprevisibles sin que el resultado condicione la autoestima del individuo y el respeto hacia los demás. Es vital enseñarles a valorarse y respetarse a sí mismos y a los demás, reconociendo y reafirmando su valía independientemente de los bienes materiales y los resultados que obtengan. Lo realmente importante sería el esfuerzo, la dedicación y el compromiso que sostienen su accionar y la capacidad de afrontar, aprender y crecer a partir de las dificultades y contratiempos que nos presenta la vida cotidiana.
Con mucho cariño, dedicación, paciencia y firmeza, en nuestros hogares podemos ayudar a construir personas seguras, comprometidas, flexibles, perseverantes y solidarias, capaces de afrontar las vicisitudes de la vida cotidiana con fortaleza y optimismo.
¡HASTA LA PROXIMA!