Carta del mes
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Fortaleciéndonos en la vida
Querida familia:
Nuestras culturas a lo largo del tiempo han buscado el éxito y bienestar; aspecto muy adecuado y confortable gracias a los avances de la tecnología. Es así, que asistimos a la simplificación de la vida cotidiana y accedemos a comodidades que hasta no hace mucho tiempo eran imposibles de imaginar.
Se trata de un desarrollo al cual cada vez más personas pueden acceder a él, siendo muy bueno y práctico en el día a día ; pero cómo en todos los órdenes de la vida, tienen como contrapartida el deseo afanoso de evitar el sacrificio, huir del dolor y generarnos necesidades que en muchas ocasiones son superfluas.
A veces estamos tan condicionados por el bienestar, que no nos damos cuenta y quedamos atrapados convenciéndonos a nosotros mismos, que la felicidad depende de lograr más éxitos y bienestar y nos decimos que nos estamos sacrificando para un mejor pasar en nuestro futuro. Es cierto; pero dicho sacrificio es en busca de un bienestar material; con lo cual corremos el riesgo de no saber desarrollar nuestra fortaleza, valor necesario para poder enfrentar el sufrimiento y dolor propios de la vida.
Cuando las personas no sabemos aceptar el sufrimiento ajeno, se endurece el corazón y nos vamos transformando en poco caritativos hasta llegar a la indiferencia y cuando nos toca a nosotros mismos enfrentarlo, se transforma en falta de aceptación, gastando mucha energía en luchar contra lo inevitable, causando amargura, tristeza y queja constante.
No es negativo, ni pesimista ser conscientes que en la vida también pasaremos momentos difíciles y de sufrimientos; muy por el contrario, es una realidad que si la aceptamos nos fortalece y hasta nos enseña a descubrir el verdadero sentido de la vida.
Una hija le escuchaba decir a su mamá frecuentemente: “la vida vale por sus momentos”; claro es que no entendía mucho el contenido de esta frase, pues era muy pequeña; sin embargo a medida que fue creciendo, lo pudo comprender y tomarlo como guía. La vida se compone de momentos tristes, pero también los hay alegres, y ambos son pasajeros, por lo tanto es sabio soportar los malos con entereza, confiando en que llegarán momentos buenos y mientras los esperamos aprovechemos esta oportunidad para crecer en madurez, tornándonos más fuertes ante la adversidad y más comprensivos del sufrimiento de los demás.
También no olvidemos prestar atención a los buenos momentos, para que no pasen desapercibidos y podamos disfrutarlos.
¡HASTA LA PRÓXIMA!