Carta del mes
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AMAR POR AMOR
Querida familia:
En ésta oportunidad nos gustaría compartir un tema que en la actualidad parece haber quedado fuera de moda, pero no por ello deja de ser importante; pues atenta contra los valores familiares: la fidelidad conyugal.
Nuestras sociedades consumistas e individualistas en muchas ocasiones nos confunden, a veces nos vemos tentados a olvidarnos del respeto por el otro y adornamos la infidelidad, con justificativos y escusas que nos auto engañan, como ser; “ no me presta más atención”, “ no existe el diálogo” y muchas otras que no son motivo suficiente para olvidarnos que con nuestra conducta estamos dañando al otro y faltando a los valores del respeto y sinceridad; como si el otro fuera una prenda de moda que desechamos porque ya se dejó de usar o quizás nos hemos aburrido, al igual que cuando sale un nuevo iphone y el anterior queda en desuso.
Un aspecto muy importante a la hora de encarar el matrimonio, es diferenciar amor, de enamoramiento; el primero es duradero e implica regarlo como una planta si queremos que crezca y no muera; el segundo en cambio es fugaz y pasajero; una vez que pasa quedamos vacíos; por eso los cónyuges con el pasar del tiempo, necesitan fomentar el amor, que es un sentimiento más profundo y maduro y por lo tanto nos perfecciona como personas.
Hay algunos enemigos del amor conyugal como ser: el egoísmo, el individualismo, los celos enfermizos, la falta de atención y de comunicación positiva, los reproches y las quejas y así la lista se puede tornar interminable. En varias ocasiones, los conyugues se enfrascan en una discusión, que luego no saben cómo comenzó ni porque llegaron a ese punto, sin darse cuenta que la causa es la lucha de poder por el mero hecho de querer tener la razón ( cómo si teniendo la razón lo ganaran todo). Necesitamos entonces estar atentos, para que el amor se mantenga e incremente y no tienda a disminuir hasta hacerlo desaparecer.
Sin embargo, son muchas más las cosas que nos permiten unir en vez de separar; en primer lugar, no podemos olvidar que el matrimonio es un equipo en el cual cada uno tiene el cincuenta por ciento de responsabilidades, ya que si el mismo fracasa, son ambos los que pierden; las separaciones son dolorosas y dañinas para ambos miembros de la pareja. Por eso requerimos de regarlo como dijimos anteriormente y para ello necesitamos sacar lo mejor de cada uno de nosotros. Con una dosis de paciencia y desprendimiento del propio ego, lograremos una unión feliz y gratificante y para éste fin es muy importante generar un espacio de diálogo positivo, marcado por la escucha atenta y deseo de entender al otro y flexibilizar las posturas, así como también buscar actividades en conjunto que unan y generen un clima distendido y ameno. En general, la tendencia a medida que pasan los años es lo opuesto, intoxicamos los momentos de la pareja, con quejas y diálogos negativos que contienen críticas y desaprobaciones; cuando en realidad se logra mucho más acercándonos al otro de una forma positiva, con elogios y cariño.
Recordar con frecuencia los buenos momentos que han pasado juntos y sobre todo ir a los inicios de la relación rememorando lo que más me gustaba y lo que más admiraba del otro, lo que más los hacía reír y cómo trataban de conquistarse (que seguro, era mostrando lo mejor de sí mismos) son antídotos para el desamor.
La tarea no es sencilla, pero el resultado es mucho más gratificante y nos conduce por la senda de la felicidad que todos ansiamos.
Para finalizar, al decir de Leo J. Trece: “ Amar significa no tener en cuenta el costo. Una madre jamás piensa en medir los esfuerzos y desvelos que invierte en sus hijos. Un esposo no cuenta la fatiga que le causa velar a la esposa enferma. Amor y sacrificio son términos casi sinónimos.”
¡HASTA LA PRÒXIMA!