No es "por qué" sino "para qué"
Queridos amigos,
El 28 de diciembre me diagnosticaron cáncer de mama. Tengo 27 años de edad sin antecedentes familiares al respecto. En un primer instante pensé que por ser el día de los inocentes era un chiste de mal gusto. Pero a los pocos segundos caí que era verdad, que no era un cuento terrible de otra mujer, que esto me estaba pasando a mí. Lloré mucho, y por primera vez en mi vida me sentí mortal. No podía parar de preguntarme “por qué a mí”.
El padre Gustavo Larrique me hizo cambiar una palabra y con una sabiduría incomparable me dijo: No es “por qué”, sino “para que”. Esta frase me ha acompañado día a día en estos 9 meses de mi vida, y creo que debería estar siempre en nuestra mente. Cuando me pidieron que les escribiera a SEMBRAR FAMILIA recordé estas palabras nuevamente. Espero que mi experiencia les sirva y que ese “para qué” tome sentido. Soy comunicadora, periodista, y siempre prediqué que la manera de vencer un cáncer es rompiendo el tabú, llamándolo por su nombre y enfrentándolo con garra. Es la única manera de ganarle, haciéndole frente y de frente, sin vueltas.
Cuando me diagnosticaron cáncer sentí mucho miedo. Pero la ignorancia es el peor enemigo y poco sabía que con la mente positiva y con fe, uno puede superarlo todo.
Hoy que terminé, agradezco haberlo vivido. Me parece increíble estar escribiendo estas palabras. Quizás muchos no me entiendan, e intentaré describirlo de la manera más clara posible, pero fueron los 9 meses de mayor aprendizaje de mi vida, y si bien por supuesto no fueron los más lindos, lograron sacar lo mejor de mí y de las personas que me rodean de cerca.
Algo espectacular fue ver como cada uno de mis amigos y miembros de la familia cumplieron un rol fundamental en darme ánimos y apoyo siempre. En estos nueve meses me sentí abrazada de millones de rezos, de pensamientos positivos, de caricias, de besos, de palabras en momentos difíciles que cada uno, a su manera, supo darme. Fue sin duda un proceso largo, pero esto que viví me llenó de positivismo y fe. Me unió más que nunca a Cuqui, mi marido. El fue en todo esto mi gran bastón de apoyo y cable a tierra, así como la divina familia que tengo y amigos incondicionales. No puedo parar de agradecer la manera en que pude vivir este proceso.
Muchas veces pensé que capaz todo esto era una pesadilla y que me iba a despertar y lo iba a contar como un sueño. Pero la verdad que hoy que terminé, me siento orgullosa de haberlo vivido porque me demostró que la fe lo puede todo, que las cosas simples son las más fuertes y que lo principal en esta vida es el amor. Amor de familia, de amigos y de pareja. A través de esto que me sucedió conocí a personas increíbles, historias milagrosas y casos impresionantes que nunca olvidaré.
A todos los que estén pasando por una situación difícil o similar, sepan que cada uno tiene una cruz y no importa cuán grande esta sea, Dios siempre nos da la fuerza para cargarla. Estos momentos son los que nos acercan más a Él, y lo importante es no desesperarse y dejarlo en sus manos, que siempre es mucho peor lo que nos imaginamos que lo que realmente es.
Aprendí, mirando casos a mí alrededor, que nadie puede determinar el día final. Ni siquiera el mejor médico. Hay que vivir la vida día a día, dando lo mejor de cada uno. Disfrutar cada segundo. Aprendí que la risa es salud, y que la preocupación y el estrés son un alimento terrible para la enfermedad.
Asi que, ¡¡A VIVIR LA VIDA!!! A DISFRUTAR!!! SE TERMINOOO!!!! Y si bien los doctores me dijeron que me olvide de todo ya que estoy curada, espero nunca olvidarme de lo que viví, y si alguna vez ven que bajo los brazos les pido que me recuerden estas palabras porque a través de ellas encontré mi "PARA QUE".
Simplemente GRACIAS POR TODO, porque esta batalla la ganamos todos juntos.
Clara Berenbau