Testimonio
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Claridad
"¿Por qué no me encierro en un cuarto...? Lo pensé pila de veces, pero yo no soy así”. Pero Clara Berenbau nunca actúo así, no tiene esa personalidad pasiva o dejada o de victimizarse. Al contrario: ella es proactiva y soñadora; ella fue una niña y adolescente que soñaba con ser periodista, salir en radio y enTV y lo logró con apenas 21 años.Y hoy, prefiere que los médicos no la llamen “paciente”; le suena mal, como una palabra fuera de su experiencia.Hace dos meses, Clara Berenbau (“Clarita” para propios y extraños) sintió un dolor en la pierna. Fue al médico y análisis de por medio, escuchó, otra vez, la noticia: “Cáncer. Me dijeron que el cáncer de mama no había terminado de sanar”. Algunas células de aquel tumor persistían aún en su cuerpo y ella debía enfrentar una especie de segundo round contra la enfermedad que la afectó a fines de 2007. Así que repitió el camino. Se tomó un avión y partió a consultar a su oncóloga en la ciudad de Boston, donde estuvo un mes medio. Continuó con los estudios y comenzó un tratamiento que sigue con muy buenos pronósticos. “Gracias a Dios”, repite.
Volvió a Uruguay un jueves y el viernes ya estaba en Radio Sarandí, al frente del magazine vespertino Viva la tarde, que conduce junto a Juan Sader. A la semana siguiente, regresó con su participación en el ciclo matinal de Canal 10 Hola vecinos, donde tiene un espacio de cultura. Además, reabrió la escritura de un libro donde había plasmado su testimonio porque claro, las cosas no terminaron.
Optimismo, alegría, fe, lazos con la familia y con su audiencia son la clave, las fuentes de energía de las que se nutre para este segundo round.También hablarlo. “Si a mí me tocó, yo soy una comunicadora y me parece que tengo que contarlo. Es importante que se hable del cáncer como le tenemos que hablar. Es una enfermedad crónica, que puede tener tal o cual pronóstico, pero hay que restarle la carga de miedo y enfrentarla con optimismo”.
Clara Berenbau tiene 30 años, está casada. Habla rápido aunque por momentos se frena, para encontrar las palabras justas. Estamos en el living de su casa, en una tardecita soleada. Acaba de llegar de la radio y recibe a Sábado Show.
Toma un café batido y acaricia a Capo, su perro de seis años. El can duerme ruidosamente a su lado en el sillón.“No me digas nada: nunca viste un perro más malcriado”, se ríe la comunicadora.
—Regresaste de Estados Unidos hace unos días, ¿Por qué volviste a trabajar enseguida?
—Todo el mundo me dijo que estaba loca."¿Cómo vas a
empezar a trabajar ya? Tomate unas vacaciones". Pero para mí, si bien fue un mes y medio complicado, con muchos sentimientos, lo más quería era poder volver a
Uruguay, a mi país, con mis compañeros de trabajo y regresar a la rutina que para mí es súper gratificante.
—¿Lo comparas con la primera vez? ¿Qué diferencias encuentras en tus sensaciones?
—No sé si peor o mejor, no sé si compararlo con la primera vez. Sinceramente, yo había pensado que esto no me iba a volver. Pero bueno, uno no puede tener todo bajo control. Que aparezca de nuevo el diagnostico, te da miedo otra vez, tristeza otra vez, pero también te tenés un poco más de fe porque sabés que lo podés pasar. Creo yo: nada de lo que se te pone en el camino, por más horrible que te parezca, puede doblegar tu energía, tu carácter, tu alegría. Además, creo en Dios y Dios no me va a poner cosas en el camino que yo no pueda vencer.
—Y en cuanto a lo que depende de vos...
—Todo. Por un lado, yo sigo al pie de la letra lo que me dicen los médicos. Pero creo también que los resultados están en uno. Hay que mantenerse positivo, apoyarse en sus patas emocionales. Tuve un respaldo familiar, de mis amigos, de mis compañeros de trabajo, que es increíble. De la gente también. La cantidad enorme de mensajes que recibí, de mails, en Facebook; me han dicho las cosas más divinas en este tiempo. Es imposible de contestar uno a uno, así que aprovecho ahora para agradecer. A veces, uno está del otro lado frente a una persona que pasa algo similar y se pregunta qué hacer; ¿llamo o no llamo? ... Bueno, llamen, escriban porque les juro que es lo más lindo del mundo de recibir. Sentí un apoyo impresionante del público.
—¿Cuáles son tus fuentes de energía?
—Tengo una vida divina, tengo un trabajo divino, pero me tocó esto.Lo tengo que enfrentar y asumir. Es una sombra que me acompaña. Pero tengo una familia que me enseñó que nada es imposible. Tuve una enseñanza de que si querés lograr algo, lo vas a conseguir. Yo soñaba con estar en la televisión, con ser comunicadora y lo logré.Tenía 21 años. Mi sueño era entrevistar a un actor y entrevisté a Dustin Hoffman, por decir algo. También tuve el privilegio de encontrar un compañerazo de vida que es mi marido y que en todo el proceso se lo tomó como yo. Siempre muy firme, con mucha fuerza. Esa combinación de cosas hace que yo pueda enfrentar una situación difícil como esta con positivismo y con fuerza.
—¿Cómo sigue el libro que preparabas con tu testimonio?
—Fue cambiando y le estoy agregando cosas de esta nueva etapa. Ojalá pueda transmitir la fe y la experiencia y la de otras personas que han pasado por esto. En realidad, el cáncer es exactamente igual a cualquier otra enfermedad crónica. Una diabetes, una afección del corazón, que obliga a vivir pendiente del cuore o tomando pastillitas. El cáncer es lo mismo.Tengo que estar alerta siempre y escuchar mucho a mi cuerpo. Pero no es algo terminal, ni la muerte decretada.
—Volvió aquella pregunta “¿por qué a mí?”
—No.Ya aprendí que revisar para atrás no tiene sentido, buscar el qué hice mal, no te suma nada. Tampoco hay reglas: yo soy sana, deportista, no tengo ningún vicio, no tengo antecedentes familiares. Me tocó y chau. Cuando venga esa pregunta por un accidente de auto o por una enfermedad, el por qué no te ayuda. Como me decía una oyente: “Para atrás, ni para tomar impulso”. Es así. Hay que mirar para adelante, o ni siquiera tanto, hay que mirar el hoy, el ahora. Con un poco de plan, obviamente, porque los sueños son también parte del motor.
—¿Costó más volver a la rutina?
—Lo mismo. Costarme no me cuesta. Si no, no lo haría.También tengo ganas e insisto en que si me tocó como persona pública o comunicadora, creo que es importante que hablemos del cáncer como tenemos que hablar. Es una enfermedad que tiene toda una connotación espantosa; de todos los mensajes que recibí de la gente, ninguno lo nombraba, por ejemplo. Pero me parece que cuanto más lo hablemos, cuanto más natural lo hagamos, menos dañino va resultar; sobre todo en una enfermedad donde la actitud importa mucho. Ese es mi objetivo, mi “¿para qué estoy viviendo esto?” Ojalá pueda aportar mi granito de arena en ese sentido como comunicadora. Me parece importante para todos los que lo viven y todos los que vendrán.
—¿Qué cosas te generan paz o placer en este momento?
—Las mismas de siempre.Yo soy la misma. El estar con mis amigas, con mi familia, levantarme para trabajar todos los días. Comer un buen chivito, el dulce de leche a cucharada limpia.