El médico de cabecera: Privilegio de todo paciente
Deberíamos, de vez en cuando, detenernos a pensar y reflexionar; pero para eso no nos queda tiempo, y seguimos priorizando lo inmediato por sobre lo verdaderamente trascendente.
Hoy se vive rápido, estamos acelerados, siempre apurados y “sin tiempo”. El stress laboral y social a muchos de nosotros no nos gusta y nos angustia.
Por ello me gustaría compartir con ustedes algunos conceptos de medicina y salud que, en mi práctica profesional diaria, por mi formación personal y profesional, son muy importantes para mí y para mis pacientes: la idea es recordar el valor de nuestras riquísimas tradiciones en el tipo de asistencia médica, que creo no deben ser olvidadas. Por el contrario, me convenzo cada día más que estas tradiciones deben ser rescatadas, revalorizadas y potenciadas, siendo para mí el pilar fundamental de cómo debe ser el sistema de atención médica personalizada y que a través del ejercicio de mi profesión intento brindar a los pacientes.
Este exigente estilo de asistencia debe presentarse con actitud claramente educativa y preventiva, comprensiva, afectuosa y de gran calidad humana, debiendo apoyarnos para ello, fundamentalmente en nuestro Médico de Cabecera, sinónimo del médico clínico. Debe ser el profesional de nuestra confianza, muchas veces confidente y amigo, responsable de la salud integral de nuestra familia.
La comunicación entre el médico y el paciente debe ser óptima, recíproca, de diálogo fluído, preciso y tecnicamente correcto.
A mi juicio estos principios van a conservar su vigencia hoy y siempre.
¿Por qué el médico clínico es el referente de la atención integral?
Porque asume la responsabilidad de sus pacientes, basándose principalmente, en el método más eficaz de la práctica médica: la clínica.
¿Siendo el diagnóstico una de las facetas más importantes y difíciles de todo proceso patológico, se puede lograr con métodos clínicos?
Para que un diagnóstico positivo sea confiable, se debe seguir una serie de pasos lógicos, con la información y datos obtenidos a partir de la comunicación con el paciente. Se comienza con detalles de interés clínico, además del lugar destacado que ocuparan las molestias subjetivas o síntomas manifiestos en el momento de la consulta, los antecedentes de enfermedades personales, tratamientos previamente realizados, médicos y quirúrgicos, medicamentos prescriptos en su momento y actualmente, hábitos y estilos de vida, antecedentes familiares patológicos, antecedentes genéticos.
Luego se procede al examen físico completo, de todos los sistemas y aparatos anatómicos, (inspección, palpación, auscultación, etc.), de los signos o datos objetivos, tanto patológicos como normales, que permitan ir a configurando una cuidadosa y elaborada historia clínica personal.
Una condición absolutamente esencial para que el médico pueda elaborar este diagnóstico clínico es dedicarle el tiempo suficiente, prestarle la suficiente atención, no solo para escuchar al paciente sino para tratar de entenderlo (a menudo, los pacientes utilizan expresiones que tienen para ellos un significado distinto que para el médico, y viceversa). Si no basta con escuchar al enfermo, tampoco es suficiente con mirarlo, sino que es imprescindible intentar “ver”. Destaco la gran importancia que encierra una atenta observación, y que la capacidad de transformar el simple mirar en la habilidad de ver, depende mucho de las habilidades innatas del explorador médico, de su experiencia adquirida y su entrenamiento.
¿Qué lugar ocupa la desarrollada tecnología médica actual?
Aunque en determinadas ocasiones no es suficiente con la exploración clínica, la certeza diagnostica definitiva se consigue mediante la solicitud de estudios exploratorios complementarios, exámenes de laboratorio, técnicas imagenologicas (radiografías, tomografías, endoscopias, etc.) y pruebas funcionales. En primer lugar es preciso mencionar que estas técnicas complementarias merezcan el calificativo de tales, y que no constituyan el eje principal de la práctica médica diaria, y que vayan dirigidas a comprobar o descartar un diagnóstico presuntivo anteriormente formulado clínicamente. En la medicina actual, excesivamente burocratizada, la tecnología médica es muy costosa y es importante que el médico valore el precio de sus decisiones. Pero además de las cuestiones económicas, el médico debe atender por encima de todo, el bienestar del paciente y considerar el sufrimiento tanto físico, psíquico y emocional, que implica estar enfermo. Es imprescindible no agregar nuevas agresiones con la práctica de exámenes complementarios invasivos que no sean estrictamente necesarios. Es importante también considerar la noción jerárquica de las pruebas citadas, solicitándolas en un orden lógico, escalonado, valorando su rendimiento, costo, beneficio y riesgo.
¿En cuanto a determinaciones terapéuticas caben las mismas consideraciones?
Ante la complejidad y variedad de las formulaciones farmacéuticas actuales, en constante renovación, con similares drogas con diferentes nombres comerciales, es imprescindible conocer profundamente sus mecanismos de acción farmacológica, terapéutica, interacciones con otros medicamentos y contraindicaciones de los mismos.
¿Por qué el medico de cabecera se encuentra en un lugar de privilegio?
Porque es capaz de utilizar la denominada “búsqueda activa de casos, (case finding)”, en atención clínica primaria. Cuando se busca oportunamente una enfermedad o un factor de riesgo que tenga o no que ver con los motivos iniciales que lleva al paciente a la consulta. Aquí el medico tiene la responsabilidad explicita del seguimiento evolutivo de los pacientes con resultados anormales, hasta la confirmación diagnostica. El tratamiento precoz y oportuno en etapas presintomaticas de las enfermedades diagnosticadas, le otorgan a este tipo de práctica médica, y esta demostrado, su gran eficiencia, principalmente por médicos que conocen profunda e integralmente la historia clínica de sus pacientes y son capaces de planificar dicha búsqueda, mejorando claramente la expectativa de vida y el pronóstico de la afección.
¿Qué debe hacer el médico?
El médico clínico debe redimensionar sus responsabilidades. Su prioridad no ha de ser exclusivamente el plan de tratamiento de las enfermedades, sino que debe educar como parte del acto medico.
Debemos utilizar el consejo medico en la practica diaria, promoción de hábitos protectores de salud, intentar cambiar la historia natural de una enfermedad en la etapa controlable prepatógena.
No debemos olvidarnos que tenemos en nuestra práctica profesional que resolver 30 o 40 diferentes casos clínicos todos los días, así como hay pacientes que quizás demanden de nosotros escasas consultas al año. Por lo tanto, no debemos perder el impacto de esa rica e invalorable oportunidad de encaminar a resolver su dolencia, evitando complicaciones potencialmente graves, o quizás, como dijimos, identificando aquellos factores de riesgo susceptibles de provocar enfermedades.
¿Ahí esta nuestra misión como profesionales?
Precisamente, es basándonos en la formación de un vínculo de confianza con el paciente y en el conocimiento profundo de sus dolencias, que podremos ser capaces de lograr la mejor solución posible, contando con nuestra pericia científica especifica, actitud comprometida y mucha percepción clínica.
A propósito nos enseñaba nuestro querido Profesor Dr. Rodolfo Maggi, que las enfermedades más frecuentes y prevalentes en la comunidad se resumían en solamente 33, y que, hipotéticamente médicos entrenados exclusivamente en resolver éstas, podrían tener un gran impacto en la salud pública general. Yo agregaría sin lugar a dudas, que si los médicos, además de su capacidad técnica, le dedicáramos 33 minutos de nuestro tiempo en calidad de atención a cada uno de nuestros pacientes, resolveríamos la gran mayoría de las patologías antes que se complicaran, mejorando la calidad de vida.
Algunos ejemplos:
Tenemos pacientes que por diferentes motivos, justificados o no, tienden a magnificar, confundir o temer presentar dolencias mayores de las reales, y sufren por ello. Esto los lleva a concurrir repetida y desorientadamente a las consultas de colegas de diferentes especialidades médicas y quirúrgicas, de agendas apretadas, muchas veces inconexos entre si, y motivan a realizar variados y superpuestos exámenes paraclinicos de alta complejidad tecnológica, incluyendo infinidad de exámenes de laboratorio y técnicas imagenologicas como referimos anteriormente, muy costosas. Por cierto, “no logrando optimizar ni racionalizar los recursos disponibles, que de hecho no son infinitos”, en demérito de los esfuerzos realizados por todo el equipo de salud involucrado. (coordinadores administrativos, personal de enfermería, médicos.)
En casos frecuentes están aquellos otros pacientes que tienden a demandar asiduamente servicios de emergencias médicas que, a pesar del idóneo conocimiento de sus profesionales, no necesariamente mejoran la calidad de la asistencia pretendida, al ser los técnicos siempre rotativos y sin el invaluable conocimiento de la historia personal con el que si tiene el privilegio de conocer el Médico de Cabecera. (El sistema de urgencias emergencias médicas es insustituible en casos puntuales que así lo ameriten, generalmente éstos, son mucho menos frecuentes).
Coincidente y estadísticamente suelen ser personas que no se apoyan en “su médico” o no cuentan con un vínculo anterior, porque sencillamente no lo tienen.
Concluyendo,
Deberíamos entonces retomar entre todos nuestras ricas tradiciones en asistencia médica, esencia de la vieja y virtuosa escuela uruguaya de medicina y acostumbrarnos a que cuando tenemos un problema de salud reciente o queremos realizar un control evolutivo de una patología crónica, “debemos necesariamente solicitar ayuda, que es muy bueno, y acudir en su búsqueda al lugar correcto”, donde nos sentiremos mas seguros y contenidos, con nuestro Médico Clínico capaz de realizar un seguimiento asistencial y opciones terapéuticas mas consistentes y duraderas.
El Médico de Cabecera debe comunicarse, proponer un cambio de conducta, responder las interrogantes de sus pacientes y dar soluciones practicas y concretas.
Dr. Martín Vidal, Médico de Cabecera