Carta del mes
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Actitudes que enseñan
Queridas familias:
Más allá de la práctica deportiva, podemos encontrar la humanidad detrás de la competencia e identificar los valores que enaltecen la actividad y convierten a sus participantes en modelos a imitar, como por ejemplo, la capacidad de compromiso, la dedicación, el esfuerzo y la perseverancia, la responsabilidad, la humildad y el respeto mutuo, la solidaridad y el trabajo en equipo.
Como padres, es importante desarrollar la capacidad de educar en todo momento y aprovechar instancias de interés general para extraer lo esencial e invisible pero que sostiene y permite llegar lejos, alcanzando resultados asombrosos.
Porque detrás de cada hazaña deportiva, hay un compromiso, hay un esfuerzo colectivo, hay responsabilidad y orden, hay respeto y solidaridad. Resulta, sumamente, valioso trasmitir y reforzar el camino arduo y sacrificado que los deportistas deben transitar para lograr sus objetivos, un esfuerzo que más allá de los resultados siempre vale la pena porque el mismo proceso los enriquece y fortalece como personas y como equipo.
De esta manera, estaremos trasmitiendo a nuestros hijos valores y buenas prácticas en todas las áreas de su vida, fortaleciendo su capacidad de afrontar los desafíos con responsabilidad y compromiso, de sobrellevar los contratiempos y fracasos con tolerancia y reciedumbre, de aceptar las diferencias con flexibilidad y apertura y de trabajar en equipo en un marco de respeto y generosidad.
Esta labor se enriquece de forma exponencial si como padres, hacemos el esfuerzo de acompañar a nuestros hijos en sus actividades deportivas. La educación insume mucho tiempo en la vida de los hijos y en ocasiones, no estamos tan interiorizados en el proceso como nos gustaría.
Sería una excelente oportunidad para los padres, si aprovechamos el deporte como una instancia de acompañar y compartir un espacio con nuestros hijos, generando una complicidad singular y una profunda satisfacción en ambas partes. De esta manera, los padres estaremos cumpliendo con una misión, doblemente, constructiva y reconfortante de educar en valores y fortalecer nuestra relación con ellos.
En la medida de nuestras posibilidades, compartir este espacio con los hijos permite acompañar un proceso de crecimiento, en el cual somos puntales a la hora de apoyar, orientar y proveer herramientas para que cada uno desarrolle su máximo potencial.
Como dijimos anteriormente, lo importante no son los resultados, sino el camino que recorremos juntos y los frutos que vamos cosechando no solo en el terreno físico, sino también en el ámbito afectivo, social y por qué no, espiritual.
¡HASTA LA PRÓXIMA!