Carta del mes
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UN NUEVO INTEGRANTE DE LAS FAMILIAS
QUERIDAS FAMILIAS:
Es incuestionable la cantidad y variedad de beneficios que han reportado los avances en la tecnología de las comunicaciones. Gracias a las redes sociales, las aplicaciones novedosas y los dispositivos cada vez más modernos y sofisticados estamos en permanente contacto con el mundo entero de forma continua e inmediata.
Realmente ha cambiado nuestra forma de desenvolvernos en el ámbito laboral y personal, habilitando comunicaciones más rápidas, más eficientes y con mayor alcance y repercusión en el entorno. Surge entonces una nueva “relación de dependencia” en nuestros hogares: el celular y nosotros. Cuantas veces presenciamos a algún amigo o familiar buscando con inquietud y preocupación su celular, como si la distancia con el dispositivo significara la pérdida de una parte importante de su organismo. Es habitual observar a las personas en la calle, en el supermercado o en el ómnibus digitando sus celulares a toda velocidad, absortas del mundo que les rodea, pendientes de los mensajes que llegan, los comentarios en twitter o de las novedades que aparecen en Facebook.
Más allá de las innumerables ventajas que ofrecen las comunicaciones permanentes que habilitan diálogos entre una o más personas a lo largo y ancho de la tierra, es importante reconocer los riesgos que supone la intrusión de estos dispositivos en nuestra vida y la consiguiente dificultad de establecer un límite coherente y responsable al tiempo y espacio que dedicamos a su manipulación.
Prácticamente sin darnos cuenta nos encontramos a la hora de la cena familiar, escribiendo un mensaje a un amigo, leyendo un mail de trabajo o apreciando las fotos que colgó un compañero de la infancia, que no vemos hace años, en Facebook. ¿Realmente es necesario sacrificar los escasos momentos del día que compartimos en familia por atender el celular?, ¿no podemos limitar su horario de uso y evitar que las redes sociales invadan nuestro espacio de intimidad familiar?.
Sin duda que para lograrlo, es necesario como primera medida establecer un acuerdo entre padres de apagar o guardar los celulares durante un lapso determinado de tiempo de manera de que ambos se muestren emocional y mentalmente disponibles para escuchar y compartir el espacio en familia. Asimismo, la exigencia debería extenderse a los jóvenes que ya disponen de celulares, con el mismo argumento de trabajar en equipo y aunar esfuerzos en la promoción de la comunicación interpersonal y el fortalecimiento de los lazos afectivos.
Es notorio cómo muchos niños se rebelan ante el uso excesivo de los celulares por parte de los padres y lo evidencian claramente a través de comportamientos destinados a llamar su atención como las rabietas, las peleas entre hermanos, la negativa a cumplir con pedidos, el desafío a los límites. Evidentemente los niños reclaman la atención de sus padres que a pesar de estar físicamente presentes, en muchas ocasiones no están disponibles ya que su interés se dirige hacia otros asuntos de “cuestionable” importancia.
Asimismo, abordar esta temática en casa es fundamental para educar a nuestros hijos en el uso moderado y responsable de la tecnología, siendo los padres los modelos por excelencia para trasmitir los valores de autocontrol, paciencia, tolerancia, sacrificio y generosidad. De esta manera, enseñamos a discernir entre necesidades y deseos, a dilatar la satisfacción de nuestros impulsos, a fortalecer el autodominio y a establecer una jerarquía de valores que priorice las relaciones humanas antes que las comunicaciones virtuales.
De otra manera, cuando nuestros hijos lleguen a la adolescencia, ¿cómo les vamos a exigir que moderen el uso excesivo del celular y aprendan a controlar sus impulsos si nosotros mismos no lo hacemos?. Es crucial reconocer nuestro papel como educadores, no solo para generar un cambio en el aquí y ahora y ofrecer tiempo de calidad a nuestra familia, sino también para asegurarnos un mañana liderado por jóvenes responsables, emocionalmente saludables y socialmente capaces de comunicarse y entablar relaciones interpersonales ricas y constructivas en el ámbito familiar, laboral y comunitario.